Josue Corro

Se debería pedir credencial del IFE para ver Transformers 3:

si eres mayor de edad, no podrías entrar a la sala.

Y, créenos, sería uno de los eventos más afortunados

que te podrían pasar este verano: ahorrarías tres horas de agonía,

explosiones

innecesarias, un guión que parece escrito por alumnos de secundaria,

y eternas batallas que sólo provocan migraña

Esta franquicia sobre robots, autos, chicas y dinamita ha

llegado a un punto en el cual el factor humano involucrado en la producción de la película es tan relevante como

el sonido que produce un árbol que cae en Nepal: a nadie parece importarle;

mucho menos a Michael Bay, el director de estos largometrajes y una especie de Peter Pan moderno.

No es posible que un adulto con su experiencia, realice una película que emana pubertad.

Y lo peor de todo este asunto es que los primeros

quince minutos

de la cinta auguraban una obra decente, dominguera y con un poco -no

mucho, una

pizca- de propuesta artística. Durante las primeras escenas puedes

sentir que existe un intento por narrar una historia: en la década de

los 60, los gobiernos

rusos y norteamericanos inician la "Carrera Espacial" porque detectaron

que un

objeto extraterrestre se estrelló contra la Luna. Total, los gringos

llegan

primero y descubren que el artefacto es un Autobot llamado Sentinel Prime.

En estas secuencias se utiliza pietaje

de Keneddy y Lyndon B. Johnson (buen detalle Mr. Bay), y también durante estos

primeros instantes del film podrás notar lo más rescatable de Transformers 3:el uso impecable y bien intencionado del 3D. Esta película fue realizada para

que saltara de la pantalla y ese objetivo se cumple… y mucho más cuando después

de ver este prólogo pseudo-histórico (muy al estilo de X-Men: Primera Generación),

el Sr. Bay vuelve a hacerle caso a sus hormonas preadolescentes y su primera

escena –situada en la "actualidad"– es el perfecto trasero de Rosie

Huntington-Whitley subiendo las escaleras.

A partir de este momento puedes decirle a tus neuronas que

se tomen un descanso, porque no las vas a necesitar. Lo que verás será un

bombardeo a tu sentido común: robots que utilizan un portal para transferir su

planeta a la Tierra, soldados que desafían la gravedad; tres actores fetiches

de los Hermanos Coen: Turturro, McDormand y Malkovich siendo levemente

graciosos y una actriz tan mala –pero impecablemente peinada y limpia–, que

hace ver a Megan Fox como la próxima Meryl Streep.

Eso

no es lo peor.

No. Lo que realmente nos deja desconcertados es como Bay logró

que 40 minutos de acción continua fueran tan aburridos y asfixiantes. Y el

tiempo no influye en esta sensación –como ejemplos, Las Dos Torres, Matrix

Recargado y La caída del Halcón Negro–sino que no ocurre nada, sólo pólvora,

fuego y robots golpeándose y sangrando. Sí, sangran aceite.

Este es el mayor problema de la película: cree que el

público no tiene un IQ necesario para ver una historia decente y que, con

efectos especiales, el público saldrá satisfecho de una sala de cine. No es justo que

Michael Bay nos imagine como Australopithecus que acaban de descubrir el fuego.

Ah, y otro pequeño aviso: Si es que después de todas las

advertencias ennúmeradas en esta crítica decides ver Transformers 3 toma en cuenta quea) son

tres horas de tu vida que nunca van a regresar y b) tendrás que gastar mucho más

dinero porque la única forma en que vale la pena es verla en IMAX y en 3D. Buena suerte.