Chilango

Toy Story 3

Por Josue Corro


Desde que
hace unos días vi Toy Story 3, he recibido la misma pregunta una decena de veces: «¿es la mejor de la trilogía?»

Mi
respuesta no cambia: «cada una es diferente.»

Y no es que
carezca del valor para tener un argumento enfático… creo que es injusto que no
se vea a esta saga como un todo: como un estudio hacia la nostalgia, como
una fábula moderna sobre la madurez
, y sobre todo, como una obra sentimental
que cambio la forma en que concebimos a los blockbusters animados: historias
que dejaron de ser para niños, y se volvieron en piezas universales.

Desde aquel
1995, un grupo de juguetes nos han acompañado y crecido a nuestro lado. Demostraron
que la vida no surge desde el momento en que nacemos, sino en el instante que
conocemos a un amigo, y estamos a su lado sin importar que nos olvide y nos
mandé a un baúl, o nos archive en su memoria.

El final de
esta aventura fílmica (aunque aún no se descarta que haya una cuarta cinta), tuvo
un cierre fantástico, oscuro y que durante más de hora y media, estruja el
corazón. Los adjetivos que uso, no son un adorno, son los sentimientos que
sobrepasan la pantalla y se estrellan contra la butaca. Prepara tus pañuelos
desechables, remuévete con cuidado los lentes 3D y limpia tus lágrimas.

A través de
todos estos años, si algo ha caracterizado a Toy Story (y a Pixar), ha sido la frescura
y originalidad de sus guiones. De hecho esta fue una de las razones por la cual
esta secuela tardó 11 años en realizarse: no había una trama que convenciera a
los productores. Y la espera valió la pena.

Andy está a
punto de irse a la universidad y debe decidir qué hacer con los únicos juguetes
que han sobrevivido a lo largo de los años: llevarlos al ático o donarlos. Por diferentes
circunstancias, Woody, Buzz y compañía acaban en una guardería que es liderada
por un oso de peluche y un Ken bastante bizarro. Todo parece felicidad, los
juguetes de Andy comprenden que han sido desechados y que ahora deben
evolucionar y hacer felices a otros niños. Sin embargo, hay algo oscuro que se
esconde tras las paredes de este lugar y que Woody descubre. Ahora él hará lo
imposible para alertar a sus amigos.

A partir de
este momento, Toy Story 3 se vuelve un manjar de referencias fílmicas (gran
homenaje a The Great Escape), y un combo de acción, comedia y drama.
Incluso a
nivel técnico, se puede notar cómo Pixar ha aprendido a recrear universos
detallados que no sólo sirven para el 3D, sino que se vuelven un personaje más.
La trama es una apéndice del caótico pasado que reveló Jesse en TS2: una niña
que abandona a sus juguetes, y culmina con una escena mítica e inolvidable.

Han sido 15
años en los que el cine ha evolucionado a partir del día que conocimos a Woody,
Buzz, Rex, Ham, Sr. Cara de Papa… pero lo que no ha cambiado, es la sensación
que predomina cuando empiezan a correr los créditos finales: una nostalgia
entrañable que despierta al niño que llevamos dentro.

Toy Story 3, será una película
que recordaremos en el infinito y más allá.