Viendo a Lupe encerrada en casa en bata y pantuflas, nadie diría que en los 80 fue una estrella del rock. Atrás quedaron los conciertos, la fama y los éxitos. La agorafobia no le permite salir de casa. Depende totalmente de Paquita, su madre supersticiosa, y de enorme corazón, que no solo se ocupa de su hija sino también de su nieto adolescente. El problema es que a Paquita se le acaba el tiempo y no quiere marcharse sin antes recuperar a su hija.