Si bien el cuento que Grant Heslov convierte en ficción esté basado en un programa que existió realmente en el marco de las fuerzas militares estadounidenses para entrenar espías con poderes psíquicos también es cierto que el irreverente sentido de humor y el elenco de coloridos personajes hacen que esta película sea irresistiblemente agradable para el espectador.
Las fuerzas militares estadounidenses siempre han estado al frente de la innovación tecnológica y su trabajo a menudo sobrepasa los límites de la credibilidad científica debido al continuo empeño por localizar y destruir al enemigo. A veces en su afán por llevar la ventaja sobre sus adversarios han seguido un camino que conduce a algunos lugares extraños y oscuros, muchos de ellos incluidos en el libro The Men Who Stare at Goats, del autor británico Jon Ronson donde relata esfuerzos realmente perseguidos por el gobierno americano para crear un ejército de súper soldados con poderes síquicos después de la guerra en Vietnam.
Es posible que sus conocimientos sean escasos sobre el uso de poderes síquicos para pelear guerras así que empecemos con una breve explicación. El título del libro hace alusión a un experimento realizado durante la década de los años 80 en Fort Bragg, Carolina del Norte donde soldados especialmente entrenados con métodos recogidos del manual de operaciones ultra secreto del First Earth Battalion, intentaron detener el corazón de una cabra con tan sólo el poder de la mente. El objetivo final sería obviamente desarrollar esta habilidad para combatir al enemigo.
Repleta de numerosas historias descabelladas y sin embargo creíbles, el tema extraño aunque tomado de la realidad se presta perfectamente para una adaptación para el cine. Pero lo mismo no se puede decir de su estructura — que consiste de una colección dispareja de viñetas escuetamente entrelazadas abarcando un espacio temporal de más de treinta años. Sin embargo, el director Grant Heslov y el guionista Peter Straughan se lanzan al agua dándole un giro tan distinto al material que la película pasa de basada en el original convirtiéndose solamente en inspirada en ello.
Por suerte Heslov no hizo cambio alguno a dos de los aspectos más exitosos del libro: su animado e irreverente tono y una fascinante gama de coloridos personajes. Esto último es sin duda el imán que atrajo al elenco estelar, encabezado por George Clooney que encarna a Lyn Cassady, un inquieto soldado veterano de la brigada de espías con poderes síquicos cuyo encuentro fortuito con el periodista Bob Wilton, la contraparte de Ronson en pantalla (interpretado si fuese americano, y además irónicamente por un actor británico, Ewan McGregor) sirve de catalizador para crear la intriga de la historia.
Mientras Cassady acompaña a Wilton por el desierto de Irak en ruta, según él, a un trabajo, el le obsequia historias sobre el ejército New Earth y su fundador, Bill Django (Jeff Bridges), ex soldado de la guerra en Vietnam convertido en seguidor de la onda New Age. A principios de los años 80 Django, ahora transformado en hippy con el cabello atado en una larga cola de caballo, logró que el ejército aprobara que él dirigiera un programa piloto cuyo objetivo sería entrenar una legión de guerreros monjes con poderes síquicos inigualables y capacitados para leer el pensamiento del enemigo, atravesar muros sólidos y desarmar al enemigo usando una amplia variedad de métodos no mortales.
Sin duda alguna, un programa New Earth de esta índole atraerá cierto número de manzanas podridas, personas inmorales que buscarán sacar provecho a sus enseñanzas para enriquecerse ellos y hacer daño a otros. En The Men Who Stare at Goats, el personaje podrido por su comportamiento inmoral es Larry Hooper (Kevin Spacey), un charlatán manipulador y asqueroso cuyos engaños pondrá fin a toda la operación.
Goats alcanza su mejor momento de desatada locura cuando Cassady nos pasea por las disparatadas anécdotas de Django y sus métodos de entrenamiento extremadamente raros. Pero todo se desmorona cuando Heslov intenta entretejer todo buscando darle un sentido global con un punto culminante cuyo eje es un plan para rociar el agua potable de una base americana con la droga LSD. Aunque es comprensible que Heslov quisiera alcanzar cierto nivel de unidad en la historia ¿por qué escoger esto? Parece más bien una astucia que tomó prestada de una de las menos impactantes de las películas de la franquicia Revenge of the Nerds.
Y que quede claro, este detalle tampoco fue tomado del libro de Ronson.