Por Iván Ramírez

Francisco Franco dirigió una comedia ambientada en el teatro. Podría decirse que es una historia dentro de otra historia. Ambas sucediendo al mismo tiempo, aunque esa no sea la intención.

Isa Gómez (Karina Gidi), es una directora de teatro que en medio de una debacle profesional decide echar por la borda la producción avanzada que tenía de la puesta en escena “Calígula”. Isa opta por comenzar de nuevo y reinventar su propuesta contrareloj, aprietos mediante. Isa se embarca en el camino de hacer de su propuesta artística una satisfacción profesional. No sin problemas, claro.

Entre ellos, el lidiar con el actor del momento con miles de compromisos y que, casi casi, hace teatro por filantropía al arte. El tener que cambiar de actor a actriz principal de último momento. Y convencer a los inversores de la obra de financiarla hasta el final.

Con este panorama, Francisco Franco cuenta una historia que homenajea al teatro. Que retrata con comicidad algunas de las dificultades –sobre todo profesionales– de realizarlo. Te muestra a los actores promesa, a las divas, a los consagrados y hasta la vestuarista y a los técnicos. Vaya, los que intervienen en el teatro, pero sin entrar en detalles engorrosos.

La cinta invita también a adentrarse en éste mundo, de conocer a personas que alejadas de la mística de la escena artística, también son muy humanos, con debilidades, miedos y rivalidades.

Para lograr este retrato Francisco Franco se ayudó de un elenco que incluye grandes personalidades de distintas generaciones, como: Irene Azuela, Jorge Poza, Fernando Luján, Ricardo Blume, Silvia Pinal, Anabel Ferreira, Rebeca Jones y Cecilia Suárez. Talentos que abonan su distintivo toque a los personajes, pero sin sobresalir. Logran un equilibrio interesante.

En general la historia no es del todo hilarante, ni del todo dramática, sino que se encuentra en un punto medio. Resulta un rato agradable para quienes no son adeptos al teatro y para quienes lo son, reconocerán detalles que te sacarán una sonrisa.