Por: Salvador Cisneros

Aunque antes del inicio de la película ya se conoce el final (todos sobreviven y el protagonista es un héroe), el director Clint Eastwood logra crear varios momentos de tensión con Sully, filme basado en el piloto que acuatizó de emergencia un avión comercial en el río Hudson en enero de 2009, salvando a 155 pasajeros.

El peso de la película recae en los hombros de Tom Hanks, quien interpreta muy bien a Chesley “Sully” Sullenberger, un hombre taciturno que por momentos parece un témpano de hielo y se convierte súbitamente en el héroe que Estados Unidos anhelaba, pues el país sufre un estado colectivo de desesperanza y preocupación por el impacto de la crisis económica y los varios años de guerra en Irak.

La trama gira entorno a un personaje cuyo mundo se pone de cabeza y tiene miedo de que cuatro décadas de trayectoria como piloto sean opacadas por unos cuantos segundos, en los que obviando las indicaciones de las computadoras y la torre de control, prefirió confiar en su experiencia y tomar una decisión arriesgada.

Es en el fondo, un filme sobre las consecuencias de decisiones instintivas y el dilema posterior que éstas conllevan. Hanks sabe proyectar el conflicto de su personaje —pese a su inexpresividad— con sutiles miradas y silencios de los que Eastwood saca provecho y retrata bien.

Sin embargo, Sully es el único personaje complejo y profundo de la cinta, a tal grado que el resto se ve opacado por éste y por momentos hasta parecen extras: Lorraine, la esposa del piloto, aunque es interpretada por la talentosa Laura Linney, parece un fantasma al otro lado de la línea telefónica y Jeff Skiles, el copiloto encarnado por Aaron Eckhart, un Sancho Panza con frases divertidas pero también desdibujado; además, los antagonistas, miembros de la National Transportation Safety Board (organismo encargado de investigar accidentes), resultan demasiado inquisitivos y rayan en lo caricaturesco en su búsqueda por proteger los intereses económicos de la aerolínea.

¿En serio se comportaron así en la vida real o el guionista Todd Komarnicki se tomó licencias creativas al adaptar el libro Highest Duty? Quizá por este último punto el final resulta un tanto anticlimático y hasta apresurado.

Sully, estrenada en el Festival de Telluride, es una película “palomera”, que cumple a secas, y en la que se agradece ver a Hanks tan afinado como actor, pero de ninguna manera está en el nivel de otras cintas de Eastwood como Million Dollas Baby, Mistic River, Unforgiven, Gran Torino y Letter from Iwo Jimma.