Por Héctor Cruz

Llena de acción y efectos especiales, Star Trek: Sin límites es un festín para los llamados trekkis, los fans de la saga que la volvieron de culto y que ahora están felices por el regreso de sus personajes, entre ellos el capitán James T. Kirk.

La película de Justin Lin presenta el dilema de Kirk, a quien se la ha ofrecido un nuevo cargo administrativo que lo mantendría lejos del Enterprise, la legendaria nave, cuando descubre que una refugiada que pide ayuda ante un peligro inminente y desconocido.

Después viene la clásica lucha del bien contra el mal, la prueba de que estas fuerzas han estado en el universo desde tiempos inmemoriales y hasta el fin de la humanidad, algo que desean algunos extraterrestres. Una cinta que resalta valores como la amistad, la lealtad, el compañerismo enmarcados en vertiginosos efectos especiales, el sello de la casa de Lin, quien ha dirigido cintas como Fast and Furious.

La cinta, cuya saga cumple 50 años de vida, también tiene algunos gags que los fans amarán, de hecho por momentos parece una película pensada sólo para ellos. Quienes no son tan clavados en el tema podrán encontrar una trama predecible, con secuencias, bien hechas, con efectos especiales muy cuidados, pero que no aportan nada nuevo al género.

Quien esto escribe tuvo la oportunidad de ver la cinta en la Sala Barco Escape, que en la Ciudad de México se encuentra en Cinépolis Paseo Acoxpa, cuya característica es tener tres pantallas, una frontal y dos a los lados. Star Trek: Sin Límites adaptó algunas secuencias para esta película que sobre todo los fans disfrutarán, podrán ver la inmensidad de las naves y las batallas, peculiares otros mundos y quizá, por momentos, el futuro del cine de acción.