Chilango

Somewhere

Por Josue Corro

En
diez años de carrera, Sofia Coppola ha logrado marginarse del peso de su
apellido, y se ha convertido más en una autora de cine, que directora.

Sus
películas son bocetos, páginas en blanco construidas bajo los mismos principios
literarios: personajes tridimensionales azotados bajo una soledad catártica. Su
fortaleza como artista, no recae en la estética de sus encuadres, o esa
conjunción matemática entre la imagen y el sonido de sus soundtracks… su
verdadera vocación se esconde en el retrato natural de seres humanos que en su
tormenta personal, encuentran la felicidad en un detalle banal y cotidiano.

Esta
mezcla entre hastío y esperanza, es la carta de presentación de Somewhere –ganadora del León de Oro en la Mostra di Venezia 2010–, la película más biográfica de su filmografía: es imposible no hallar una similitud directa entre su padre,
Francis Ford C., y el personaje de Johnny Marco (Stehphen Dorff, en la actuación de su
carrera), una estrella de Hollywood que vive en el famoso Chateau Marmont,
hotel donde también residieron Howard Hughes y Greta Garbo. Su presencia es
fútil, alejada del contacto emocional y flotando en estado cautivo. No tiene
rumbo y los placeres más mundanos le son irrelevantes. Es un simple espectador
de su propia vida, como si su existencia fuera regida por un guión que no
conoce.

Coppola
retoma elementos de su mejor trabajo, Lost in Translation, pues Johnny, al
igual que Bob (Bill Murray), vive a medias hasta que una visita a su cuarto de hotel, le da
un giro a su propia historia. Si en Tokio, Murray encuentra la compañía en
una veintañera desilusionada, Dorff haya su paz, su Santo Grial, en su hija de
once años Cleo -otra viñeta u homenaje a la relación entre los Coppola-.

Desde
el momento que ingresa Cleo (Elle Fanning, hermana menor de Dakota) en la
pantalla, la cinta se divide en dos partes. La primera, es una prueba de
resistencia hacia el espectador: Coppola nos sumerge en
una narrativa íntima que refleja la desolación del protagonista. La cámara no
se mueve, es una lápida que nos guía desde una distancia conservadora: Johnny
no permite que nadie se acerque a él, ni siquiera nosotros. Aquí recae una de
las virtudes de la directora: tiene el don para presentar una acción silenciosa, o mejor dicho, la
cinética de la reflexión. Es un error pensar que en su cine «no pasa nada», la
introspección también cumple la Ley Newtoniana de reaccionar contra una fuerza… ya sea pasiva, o como nos hemos malacostumbrado, por aquella que se deriva de
la actividad física.

La
segunda parte de Somewhere, es un road trip tanto geográfico -la familia Marco viaja por
Estados Unidos y Europa en la promoción de una cinta-, como espiritual. Esta
mitad es un emotivo retrato de las relaciones familiares, del amor de un padre
hacia su hija y una redención ambigua: son dos personas cuyas razones para
amarse, son las mismas que impiden que estén juntas
Nuevamente el final es
abierto, y con una duda que incomoda, pero no interesa: ¿quién le mandaba los mensajes de texto a Johnny? Lo que Sofía quiere contar es la relación fraternal de dos personas, o mejor dicho una viñeta. ¿Hay algún error en mostrar la existencia pausada de una familia? Nadie puede darle fast forward a sus vida, y este sentimiento de expectativa y madurez, es igual al aprendizaje lento que aprendemos día tras día.

O en el caso de Coppola, película tras película. Y con cada nueva obra, podemos darnos cuenta que estamos frente a una directora de culto. Pese a quién le pese.

 

 

 Aquí el OST:

 

Ahora si quieres ir a la premiere de esta cinta (Cinemex WTC, jueves 13 enero, 8pm, pase doble)… lo único que debes hacer es contestar correctamente estas preguntas… y mandar las respuestas a cinechilango@gmail.com

Ahora sí, suerte:

a) Menciona a 5 familiares famosos de Sofía.
b) ¿Qué diseñador nombró una bolsa en su honor?
c) ¿Cuál fue su primer papel en el cine?
d) ¿Qué actor latino tiene un breve, muy breve cameo en Somewhere?

Mucha suerte.