Chilango

Sólo Dios Perdona

Por Eric Orlando Jiménez Rosas

Julian (Ryan Gosling) y su hermano manejan un club de pelea en Bangkok, aunque su verdadero negocio es el narcotráfico, dirigido, desde los Estados Unidos, por su madre, Crystal (Kristin Scott Thomas). Cuando el hermano de Julian asesina a una prostituta, un enigmático policía, Chang (Vithaya Pansringarm) se involucra y organiza su homicidio. Cuando Julian duda en vengar la muerte de su hermano, su madre lo presiona y coordina las acciones para aniquilar a los asesinos. Sin embargo Chang es imbatible y madre e hijo deberán enfrentarlo.

El talentoso cineasta danés Nicolas Winding Refn, presenta otra vez una oscura y violentisima película. A la sombra del Dogma, movimiento con el que se asocia comúnmente al cine danés, Nicolas Winding Refn ha creado una carrera fiel a sus intereses y visión del cine y de la humanidad. Al igual que sus anteriores películas, por ejemplo Drive (2011), también protagonizada por Ryan Gosling, en Sólo Dios perdona, muestra un mundo sórdido, silencioso, violento, donde los personajes parecen moverse en cámara lenta y estar desconectados de sus emociones.

Sólo Dios perdona inicia de forma potente, con un estruendoso sonido enmarcado por una obscuridad mezclada con rojo. Poco a poco se va mostrando la naturaleza de ese particular mundo concebido por Nicolas Winding Refn. Vemos a los personajes que casi no hablan, y cuando lo hacen es de forma extremadamente directa, simple, evitando prolongar lo más posible el diálogo. Caminan lentos, ensimismados, casi aletargados. Habitan en un mundo rodeado de violencia y prostitución, ante las cuales reaccionan con una firme indiferencia. Parecen haber perdido la capacidad para asombrarse ante cualquier cosa. No se nota que tengan algún aliciente u objetivo que trascienda los valores de ese mundo.

Chang, el policía, parece como si flotara dentro de ese universo. Pasea por las calles, solo, prácticamente sin mover los brazos, con mirada reflexiva pero a la vez altiva, elegantemente vestido y peinado. Es imparable, indestructible, mortalmente preciso. Parece más un Dios que repudia ese mundo y que vino a ajustar cuentas mutilando con su espada justiciera. Un incomprensible personaje que, cuando no está en combate, lo vemos atendiendo tiernamente a su hija o cantando baladas románticas ante un público fascinado.

La película avanza pausadamente, acompañada de una música que proyecta intriga, desolación y tensión. La fotografía acentúa la oscuridad y resalta los llamativos símbolos rojos en paredes y adornos. Incluye algunas escenas oníricas, igualmente desconcertantes. Se trata de una interesante propuesta de un cineasta que utiliza a la violencia como un recurso para reflexionar y crear, y no sólo como un artificio visual. Es una película perturbadora, agresiva, oscura, que seguramente incomodará a muchos espectadores.