La más reciente colaboración del director Martin Scorsese con Leonardo DiCaprio es una diversión que desconcertará su cerebro.

El capítulo más reciente de la relación fructuosa de Martin Scorsese con Leonardo DiCaprio se trata del thriller psicológico hechizante Shutter Island. Basado en la novela exitosa escrita por el autor de Mystic River, Dennis Lehane, Shutter Island cuenta con la participación de Leonardo DiCaprio en el papel del marshall Edward Teddy Daniels, un veterano de la segunda Guerra mundial que enviudó recientemente y a quien le asignaron investigar el escape de una prisionera del Hospital Ashecliffe, una institución para locos criminales ubicada en una isla siniestra a las afueras de Boston Harbor.

Ashecliffe Hospital es una institución mental en estado decadente, una fortaleza golpeada por tormentas y que está llena de homicidas dementes de todo tipo. Enfermeros vestidos en el blanco típico de los asilos y casi todos afroamericanos se abocan a silenciar los gritos mientras que los médicos implacables someten los cerebros de sus pacientes a tratamientos experimentales rudimentarios - y muchas veces bárbaros considerados de vanguardia en los años 50.

El propietario de este manicomio es el Dr. Cawley (Ben Kingsley), un psiquiatra de mente algo desviada e interesado en explorar la mente y que por el solo hecho de portar un corbatín ya sospechamos que la maldad que encierra su alma es infinita. Tiene además una persona de confianza a su lado, Dr. Naehring (Max Von Sydow) de origen alemán y cuya visión teutónica malevolente viene envuelta en una bata de laboratorio blanca y lentes de armazón de metal. Y claro está que Marshal Daniels sospecha inmediatamente de ambos.

El caso de la reclusa desaparecida termina siendo una distracción y Shutter Island toma una giro abrupto cuando Daniels le revela a su colega Chuck Aule (Mark Ruffalo) la verdadera razón que lo trae a Ashecliffe: él cree que detrás de estos muros carcelarios se esconde la pirómana responsable del incendio en el apartamento que le robó la vida a su esposa Dolores (Michelle Williams) hace apenas unos años. Además parece ser que Ashecliffe no es un hospital común y corriente; se trata de un centro secreto del gobierno donde se realizan atroces experimentos inspirados por los nazis dirigidos a controlar mentes humanas.

Y de repente empezamos a escuchar como la locura se avecina y a medida que Daniels se enrumba a deshilvanar la conspiración ya la conspiración lo tiene a él en su poder. Errando por el laberinto terrorífico de Ashecliffe Daniels termina siendo acosado por visiones alarmantes donde es atrapado por un ambiente amenazante creado por Scorsese que mezcla luces centelleantes, truenos violentos, presos dementes y otros clásicos elementos convencionales usados para crear una cinematografía marcada por la locura. Añadiendo unos cuantos raspones, una música chocantemente arrítmica y cierto toque de paranoia de la era de la Guerra fría y se tiene un potente coctel para la locura.

Y quizá hasta llegue a ser demasiado potente. Shutter Island se ve abrumada por un ritmo inconsistente, su lentitud muchas veces interrumpida por diálogos demasiado extendidos restan vitalidad a la trama lo que obliga a Scorsese a tener que crear nuevamente de cero la tensión mientras los espectadores luchamos por digerir toda la nueva información transmitida. Y el alargado desenlace con eso de Veo personas muertas termina desviándose por un camino que lleva hacia los precipicios trillado del mundo de Shyamalan. Afortunadamente para nosotros que no se tarda en salir de ese mundo y así no estropea este juego de diversión cerebral desconcertante.