Por Jaime Azrad @_azrad

Las secuelas suelen ser un gran reto: deben mantener la esencia de su primera parte mientras levantan nuevas historias, mostrando diferentes facetas de sus personajes, y en pocas ocasiones son tan buenas o mejores que sus predecesoras (la mayoría son sólo un pretexto para generar ingresos).

Sherlock Holmes: Juego de sombras repite la mancuerna de actores (Robert Downey Jr. y Jude Law) y director (Guy Ritchie) para entregar un resultado a la altura de las expectativas del público; ahora Watson planea casarse y Holmes no quiere que lo haga, mientras se distrae con un nuevo caso sobre la dominación económica en Europa.

La trama se siente como una continuación sensata de la película que vimos en 2009, Downey Jr. y Law generan una chispa en pantalla que entretiene, atrapa y entrega el sello de energía y acción característico de Guy Ritchie. Como era de esperarse, lo que más resalta del film es su soundtrack, obra de Hans Zimmer, que genera puntos de tensión con tanta efectividad que se lleva las palmas.

Esta segunda entrega de la franquicia se la lleva leve, no se toma tan serio a sí misma y por lo mismo resulta un tanto divertida. No pasará a la historia como una gran película pero logra colocarse en la categoría de las secuelas que valen la pena y que no destruyen su original.

Quien sea un purista de la historia de Sherlock Holmes no disfrutará mucho la cinta (como sucedió con la primera), pero hablando del cine como entretenimiento, es una historia que dejará satisfecho a todo tipo de público.