Chilango

Sed de sangre

Por Alejandro Alemán

Olvídense de una buena vez de aquellas
películas donde los vampiros son guapos como modelos de pasarela, se
niegan a chupar sangre humana, y son incapaces de agarrarle la pierna
a una chica a no ser que sea después del matrimonio.


Llega finalmente una película sobre
vampiros que resulta un oasis entre tantas y tantas versiones
edulcoradas
del mito.
Aquí sí hay sexo, hay deseo, hay muerte y además, hay
ironía,
humor negro, pero sobre todo, hay sed, mucha sed de sangre.

Conozcan al padre Hyun, cura católico
con fijaciones de mártir cuya obsesión con salvar al mundo lo lleva
a ofrecerse como voluntario en un experimento médico del cual nadie
ha sobrevivido pero que, en caso de éxito, salvaría a mucha gente
de una terrible enfermedad terminal.

El padre Hyun sale vivo del quirófano
pero no sin consecuencias: se ha convertido en un vampiro con una
increíble
fuerza física que le permite incluso saltar edificios. Claro, necesita
beber sangre humana para mantenerse vivo y fuerte.

Un cura que se vuelve vampiro; más
allá de la obvia provocación, Chan- wook Park (director de esta y
de la ya mítica trilogía de películas sobre venganza) aprovecha la
situación para plantear un conflicto moral: la culpa que le provoca
el deseo, no sólo de sangre sino también carnal.
Hyun se siente
atraído
por Tae-ju, la maltratada esposa de un viejo amigo y de la cual
terminará
enamorándose, convirtiéndola también en vampiro.

Chan-wook Park entrega una cinta de
autor que no respeta reglas, que no sabe de restricciones, que no se
estanca en las convenciones del género. El director se da el lujo de
mezclar tres géneros en una sola cinta, con cambios de tono radicales,
alocados tal vez, pero sin perder nunca su discurso narrativo.

La pareja formada por Hyun y Tae-ju
irá de los momentos más conmovedoramente románticos (que no
cursis), hasta los excesos carnales más violentos de una mujer que
se siente liberada con su nueva condición de vampiro y que termina
confrontando la extrema moralidad y culpa que siente su pareja.

Esto no es sólo una cinta de terror,
es un brillante trabajo cinematográfico que no busca complacer sino
provocar, que habla sobre el amor pero sin romanticismo rosa,
que
resulta
cómica sin ser paródica; con un guión que hace honor a la naturaleza
propia del vampiro: violento y sexual.

Señores que hacen cosas como Twilight,
aprendan, aprendan cómo se hace cine.