Este es un golpe a Hollywood. A los cánones del sci fi americano, a los excesos de efectos especiales, a los aliens apocalípticos y al imán estadounidense por la destrucción urbana («la nave no se postró sobre Nueva York, llegó aquí a Johannesburgo»). Sector 9 es una cinta adelantada a su tiempo, y no en cuestión técnica, que es meramente aceptable, sino a nivel de temática: la xenofobia ya no se da entre razas o raíces, sino entre planetas.

Durante cerca de 30 años, unos extraterrestres han vivido en una especie de ghetto de mala muerte en el campo africano —lleno de prostitución y traficantes—, hasta que una organización decide mudarlos a otro lugar (un campo de concentración) para experimentar con ellos y descifrar su DNA: la única forma en que podrán usar sus poderosas armas. Este es el contexto, porque la historia se desarrolla cuando Wikus (Sharlto Copley, estrella emergente) se enferma y es perseguido por el gobierno. No tiene otro remedio que refugiarse en el Sector 9 junto a un padre alien y su hijo.

Neil Blomkamp el director y guionista de esta cinta (basada en su corto Alive in Joburg), junto con el productor Peter Jackson, entregan una de las mejores cintas del año, que además tiene el plus de jugar con distintos estilos narrativos: entrevista, archivos de noticias y cámaras de vigilancia, como si fuera un documental. Sector 9 es una evolución del sci-fi, un cambio en las cintas de aliens: ya no tenemos que mirar al cielo para tener miedo, basta con observarnos a nosotros mismos y saber hasta dónde puede llevarnos nuestra avaricia y racismo.