Por Alejandro Fuentes

Es una película de Oliver Stone. Debemos empezar y finalizar con esto, porque tiene muchas implicaciones. Y ya después podemos contar otras razones para verla –sin duda la más destacada es la abundante presencia mexicana en una producción hollywoodense, por más chovinista que suene el argumento–. Tratemos de ir por partes, aunque resulta difícil en vista de que hay diferentes formas de concebirla, por lo que, anticipamos, dividirá opiniones.

De entrada, el tema es difícil por las implicaciones: el narco. Los mexicanos ya estamos en la posición de decir “ooootra película de narcos”. Hemos visto tantas, y en tan diferentes registros, que es válido el hartazgo, sobre todo porque estas producciones han fomentado la creación de una serie de molestos estereotipos. Y justamente en los estereotipos estaba el primer problema de esta producción. Así las cosas, Salvajes no se libra de caer en ellos, pero los supera, en promedio, de forma decorosa. Quizá ayudó que el escritor del libro en el que se basa la película, Don Winslow, participó en el guión, codo a codo con Oliver Stone y Sane Salerno ( Armageddon, Shaft). Ah, y el libro fue best seller y estuvo calificado entre los 10 mejores del 2010 por el New York Times. En otras palabras, llegó con un aval fuerte, aunque, hay que decirlo, la película no se apega estrictamente al libro, sobre todo al final.

Ahora bien, el argumento involucra a un par de narcos gringos, que, a diferencia de los mexicanos, son tan cool que sólo podrían ser… gringos. Pero, insistimos, el maniqueísmo no es tan sencillo, pues en cierta medida, y dependiendo de la perspectiva, todos en la película son salvajes. Ben (Aaron Johnson) y Chon (Taylor Kitsch) encarnan un par de narcoempresarios posmodernos, que son capaces de compartir todo. Vaya, hasta la mujer, Ofelia (Blake Lively), un nombre con ciertas reminiscencias shakesperanas. Yin y yang, ambos narcotraficantes, representan el estilo de Steve Jobs llevado a la venta de drogas en California. Lo hacen tan bien que una corporación –un cártel mexicano al que el policia corrupto Dennis (John Travolta) llama el Wal-Mart de las drogas– se interesa en sus métodos. Y aquí es donde entran los mexicanos: una Salma Hayek personificando a una despiadada, y un tanto inverosímil, líder del narco; un Demian Bichir cuya vestimenta y profesión (abogado) muestra la parte sofisticada del crímen mexicano; un Joaquín Cosío al que le inventaron un personaje muy secundario que no viene en el libro para hacerle un homenaje a su imponente presencia frente a las cámaras; y un par de jóvenes con actuaciones muy decorosas, Diego Cataño y Sandra Echeverría. Y aquí también es donde entra Benicio del Toro, Lado, cuya actuación sublime resulta lo mejor de la película: este señor es un monstruo, tanto en su trabajo como en su personaje.

Cuando el narco mexicano encuentra una forma de someter al budista y al ex soldado (la fijación gringa con sus héroes de guerra) devenidos en narcos inicia una especie de juego de ajedrez en donde cada quien intenta, a su manera, demostrar su poder a través de la violencia. Los mexicanos secuestran a la novia; los gringos se meten con el dinero de los mexicanos. Aunque, otra vez cabe la aclaración: sí es una película cruda de acción, pero está llena de toques con un humor más bien amargo (el aviso de un mensaje en la Mac los narcos con la Marcha Turca, de Beethoven, no significaría nada si no fuera la versión del Chavo del Ocho). Esto se manifiesta incluso en el final de la película. No hablaremos de éste para no echar a perder la experiencia, pero sí diremos que es inesperado. O casi. Y es muy probable que pocos se sientan satisfechos, pero quizá esa era la intención: hasta las estructuras sobre las que descansa nuestra civilización son salvajes a su manera: esta película nos recuerda que la visión de la otredad está inevitablemente cribada por los prejuicios, los propios y los ajenos.

Por lo demás, la producción es destacable: la fotografía, la edición y los juegos con las cámaras son de un nivel que pocos pueden alcanzar. Habrá quien diga que no es la obra maestra de Oliver Stone, y quizá tenga razón, pero hay tantas formas de ver esta película que realmente es recomendable no perdérsela. Porque uno no siempre va al cine para salir con una sensación de confort. Insistimos: es una película de Oliver Stone.

[video:https://www.youtube.com/watch?v=ELOJ9Dthkt4&feature=youtu.be]