Por: América Gutiérrez

Con la intención de darle a la película un título explicito pues el original no lograba transmitirle nada al espectador mexicano, este fin de semana llega a las pantallas ¿Qué voy a hacer con mi marido? (Hope Springs) una comedia romántica disparejaypredecible desde sus primeras secuencias; cuya única virtud es tener en sus créditos a dos grandes actores.

La cinta trata sobre el matrimonio de Kay (Meryl Streep) y Arnold (Tommy Lee Jones) quienes acaban de superar la barrera de los 30 años, se ignoran mutuamente y duermen en cuartos separados porque básicamente no hay interés en el sexo. Este drama romántico es para un púbico mayorcito, con chistes desgastados y argumentos bastante ingenuos.

Aunque por momentos hay chispas de humor negro e ironía, especialmente del parco personaje de Tommy Lee Jones, no es suficiente para sostener toda la película.Sorprende lo sosa que llega a ser una actriz como la Streep en un papel deficientemente planteado desde guión.Incluso alguien como Steve Carrell, que es buenísimo para la comedia, está fatalmente desperdiciado durante todas sus apariciones en pantalla.

Es un largometraje muy raro, parece producido por alguna asociación de “valores familiares”donde los personajes son una especie de “cliché norteamericano conservador” casi imposible de creer.

El director David Frenkel es conocido por manejar hábilmente la comedia, sólo con recordar “El diablo viste a la moda” (The Devils Wears Prada) que por su ligereza es bastante entretenida. Pero lo que más sorprendente es que alguien a cargo de varios capítulos de la serie “Sex and the City” que realizó guiones impecables, con personajes narrativamente definidos (superfluos y representativos de ciertostatu quo, pero eso no les quita lo bien hechos)ahora nos salga con una película inconsistente desde la puesta en cámara, un ritmo somnífero por momentos y un empleo cursi de los recursos musicales.

Echar un vistazo a la banalidad cotidiana del matrimonio sin tener el talento de Ingmar Bergman es suicidioy el director si intentó hacer algo chistoso creo que el resultado más bien fue anacrónico y de caricatura.

Situaciones inverosímiles y personajes unidimensionales dejan un tráiler que hacer reír, pero que engaña al espectador arrastrándolo al cine con el anzuelo de dos figurones “Oscareados”.¿Qué voy a hacer con mi marido? Es una película que será un éxito en cualquier suburbio, pero solo ahí.