Por Jaime Azrad

¿Hasta dónde llega la moral? Los límites de la conducta en sociedad no pueden aplicarse a todas las circunstancias, ¿o sí? Es ésta una de las principales preguntas que lanza al aire esta cinta, pues lleva al extremo las situaciones que orillan a sus personajes a comportarse como no lo harían normalmente, y así nos pregunta: ¿los actos del hombre deben juzgarse por sí mismos o de acuerdo a su contexto?

Jóvenes y exitosos, Stijin (Barry Atsma) y Carmen (Carice van Houten) tienen la vida perfecta, esto hasta que Carmen es diagnosticada con cáncer. A consecuencia, Stijin desarrolla una segunda vida como mecanismo de defensa, pues le es muy difícil lidiar con las represalias de la quimioterapia de su esposa.

En esta doble vida, Stijin sale en búsqueda de alcohol y sexo insignificante, hasta que se topa con Roos, una chica que amenazará su relación, la cual se tambalea con mayor frecuencia cada vez.

El mayor logro de la cinta es su atrevimiento, pues logra posicionarse en un punto neutral, sin hacer ningún juicio de valor ante las conductas de los protagonistas y mostrando los sucesos tal cual se dan, sin las posturas que el público tomará a partir de su propia perspectiva, y no de lo que la película sugiera.

Carice van Houten entrega una fuerte y comprometida encarnación de Carmen; en las escenas de la quimioterapia logra despertar los dolores del tratamiento del cáncer con una realidad bastante convincente. Por su parte, Atsma es igual de bueno interpretando a Stijin, aunque la forma en la que narra su historia llega a resultar cansada.

El trabajo en dirección demuestra la capacidad de Reinout Oerlemans, sobre todo en el manejo de las escenas sexuales, que aunque sean demasiadas, contienen muy interesantes propuestas de dirección. Además, el principal argumento de la película se basa en un idílico paraíso, algo que resulta loco como idea, pero en ejecución funciona sorprendentemente.

Uno de los problemas de Prueba de amor radica en lo difícil que es simpatizar con el personaje de Stijin, esto por la neutralidad antes mencionada, pero a pesar de que su conducta se justifique con la dificultad de la situación de Carmen, no logra desencasillarse de la posición del esposo infiel que, tarde o temprano, la audiencia terminará resintiendo. No lograr simpatía con el público puede tener costos muy altos.

La riqueza de la película quizá radique finalmente en su país de origen (Holanda), pues resulta refrescante encontrarse con propuestas distintas a lo que Hollywood nos ha acostumbrado. Vale la pena ver Prueba de amor, principalmente por la interpretación de Carice, que logra una caracterización digna de recordarse, y por las reflexiones que ocasionará en cada uno de nosotros.