Por Miguel Rivera

Yo no soy un gran fanático del género

policiaco, nunca lo he sido, pero al ver que Brooklyn´s Finest era dirigida por

Antoine Fuqua y que volvería a usar a Ethan Hawke dentro de un ambiente urbano

y truculento entonces me convencí de que tal vez, existía la posibilidad de que

se repitiera una hazaña como la que fue Training Day en el 2001. Ya adentrado a

la mitad de la película y a falta de un Denzel Washington, me di cuenta de mi

error.

Y no es que sea una mala película, porque no

lo es, pero sí peca de ser poco original. Es una mezcla de historias

entrelazadas que podemos ver mucho mejor lograda en cualquier film de Arriaga,

junto con un género, ya muy utilizado en los últimos tiempos, de policías

corruptos y de cómo una vida de luchar contra el crimen acaba degradándote como

persona.

Al fin y al cabo la historia relata la disfuncional

vida de tres policías de Brooklyn, un detective corrupto que necesita dinero

para cuidar a su familia, un agente infiltrado en el mundo de las drogas que se

encariña con su dealer de preferencia y un hombre mayor que a sólo días de

retirarse de la fuerza trata de encontrar redención por años de apático

servicio al NYPD.

La película inicia con una conversación

entre un mafioso cualquiera y Tango (Hawke), la extensa plática resulta en una

conclusión de que en este mundo existe el righter y el wronger. Se explica que

más allá de la justicia hay gente que debe hacer cosas malas para que

prevalezca el bien y hay gente buena que se hace mala por la poca fortuna de

estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Fuqua trata de

explicarnos todo el largometraje desde el inicio, no contarnos la historia,

pero si darnos el subtexto y la ideología que nos acompaña por las más de dos

horas que dura la cinta.

Finalmente me quedan dos pensamientos en la

cabeza. El primero es que me da miedo ir a Brooklyn. Yo no sé si cómo la pintan

en el cine es mas o menos lo que pasa con el sombrero, el nopal y el hombre

briago tirado en el caso de México, pero después de años y años y años de

ponerme a esa pobre ciudad al borde de una explosión de mafias en la cual le

toca balazo tanto al que se la busca, como al turista curioso, se me quitan

todas las ganas de ir a visitar. Pero bueno ese soy yo.

En segunda: hay que ir al cine sin

expectativas. La idea de ver una película es firmar un contrato de compromiso

con la ficción que se te está ofreciendo. Uno en el que te comprometes a

dejarte llevar por una historia nueva. Claro que hay cláusulas en este contrato

y si la película trata de burlarse de tu inteligencia, aburrirte hasta el

cansancio o simplemente representa una pérdida de tu dinero entonces estás en

todo el derecho de salirte y/o echarte una siesta en la butaca. Pero éste no es

el caso de Brooklyn´s Finest, que después de todo resulta en una movie de

policías y ladrones bien lograda, ni más ni menos.