Brendan Fraser con animales.

Estas cuatro palabras bastarían para dar una buen crítica de

la película, cuyo título podría parecer un thriller erótico de los 70,

protagonizado por italianas hippies. (Ah, los estereotipos). Pero vamos a algo

más profundo: Brenda Fraser no sólo interactúa con animales en silencio… si no

que otra parte primordial de la cinta, es contar cuántas vecese se pega Fraser

en la entrepierna.

Y la gente se ríe.

Y por gente quiero decir niños que no tiene suficiente

tiempo para ver Animal Planet, y quieren gozar con verdes animalejos del bosque

luchando por su tierra. Es absurda la premisa, muy parecida a Dr. Doolittle,

pero al menos ahí los animales hablaban y tenían su gracia. En este film, lo único

gracioso es ver cómo Fraser sufre por su ingle.

Pero siempre el exceso termina perjudicando el buen juicio.

Si tienes familiares o conocidos menores de 10 años, ponles una caricatura de

los Looney Tunes en mute, y el resultado será el mismo: animales que en

silencio actúan como humanos, pero siempre terminan con la broma fácil: el dolor físico. Qué flojera.