Thor
Por Alejandro Fuentes
Con Marvel como la encargada de administrar la forma de concebir la mitología en el siglo XXI, Thor es una de esas películas que es necesario ver no sólo por la diversión implícita, sino por el entramado que lentamente se construye alrededor de otras cintas y que en algún momento se convertirá en saga. Porque quienes se hayan perdido, por ejemplo, Iron Man, tendrán que dejar pasar detalles evidentes, como la escena del cráter en donde se encuentra el martillo de Thor, que habíamos visto cuando terminan los créditos de Iron Man 2, e incluso el mismo personaje que defiende los intereses de los Estados Unidos.
Thor es así parte de un proyecto que defiende su autonomía como historia, aunque sus innovaciones con respecto al cómic parecen más que adaptaciones a la pantalla simplificaciones que atenúan el complejo proceso psicológico del personaje original. Este Thor (Chris Hemsworth), lejos de ser desmemoriado y desvalido incluso entre los humanos, se presenta con una imagen que hasta en sus momentos más humillantes después del destierro es la de un metrosexual. A diferencia del original, luce poderoso también en Midgard (la Tierra) y su proceso de enamoramiento, que es al mismo tiempo de purificación, no está exento de los clichés hollywodenses.
Como historia que tiene lugar en dos mundos, se pueden adivinar las afinidades de Kenneth Branagh, el director: en Asgard, la patria extraterrestre de Thor, Branagh aprovechó toda su sapiencia shakesperiana para dar forma a escenarios y actuaciones teatrales aderezadas con imágenes altamente tecnologizadas; se nota que es aquí donde se sintió más cómodo y pudo darle rienda suelta a su creatividad. En Midgard, en cambio, hay momentos en los que la película no fluye naturalmente y esto se debe a que apegarse al cliché del pueblito con arquitectura victoriana de Nuevo México presentó algunas limitantes. Incluso, las escenas que pretenden ser graciosas por momentos se acercan a lo burdo y hay algunas que aparentemente vimos hace muchos años, como la del aislamiento del martillo que pudo haber sido hecha por el equipo que alguna vez atendió a ET.
Tanto Natalie Portman como Anthony Hopkins tienen actuaciones discretas, aunque muy cumplidoras para el perfil de sus respectivos papeles. En todo caso, Tom Hiddleston (Loki) es quien se encuentra con la carga de representara un personaje que pretende ser contrastante, aunque algunos de sus contratstes parecen involuntarios (¿para qué llegar de traje a Midgard si nadie, excepto su hermano, lo puede ver?)
Thor es así una película con tan buenos, como regulares momentos, aunque el despliegue de tecnología en los efectos de audio e imagen, junto con el vestuario de los Asgardianos, son un buen argumento para salir satisfecho de la película.