Cars 2
Por Josue Corro
Bajo el soldel desierto, Tuco, un sucio y poco honesto pistolero mira de frente a suenemigo y le dice mirando a los ojos: «Me gustan los hombres grandes como tú...cuando caen, hacen mucho más ruido».
Estediálogo de la obra maestra del spaghetti western, El bueno, el malo y el feo,puede describir lo que representa la franquicia de Cars para el gigante de laanimación que es Pixar: un pequeño tropiezo, que se magnifica por 25 años deinnovación y ruptura de paradigmas fílmicos. Gracias a Pixar, las cintasanimadas dejaron a un lado esa arma de doble filo que representa laclasificación AA: un cine básico, una obra digerible sólo para niños.
Sinembargo, Cars 2 es precisamente un desliz en el universo Pixar. Y no es unamala película; es más, para dejarlo en claro, si esta cinta hubiera sidoproducida por cualquier otro estudio de animación -llámese DreamWorks,Columbia, Fox etc-, sería de una de las joyas de su corona. No es mala, elproblema es que es simplemente promedio, olvidable.
La historiagira entorno a los personajes que conquistaron al público infantil hace unoscuantos años: Rayo McQueen, Mate, Guido, Luigi... y también un par de agentesbritánicos -sí, con todos los clichés de James Bond- que tratan de desenmarañaruna red criminal. Todos estos personajes interactúan mientras se desarrolla unRally Mundial a través de Japón, Italia e Inglaterra. Una de las subtramas dela cinta involucra la relación entre Rayo y Mate, bajo contextos homoeróticos -¿autoeróticos?-;así como la lucha de un magnate por hallar una nuevo combustible sustentable.
¿Suenainteresante? Tal vez si el guión fuera consistente y no estuviera inmerso enproblemas de ritmo: por una parte vemos las carreras del Rayo, luego laincursión de Mate como espía, después reflexiones de su amistad, luego un pocomás de carreras de autos, luego un poco de información de los villanos, luego másMate... y así va toda la cinta: un cóctel incongruente donde el director no suposi encaminarla hacia una audiencia mayor, o de plagarla de bromas insulsas ysosas, para provocar alguna sonrisa a su público targets.
Es unalástima que una obra tan perfectamente ensamblada a nivel técnico-impresionante la forma en que se retratan las ciudades, algunas veces olvidasque las imágenes son generadas por computadora-, se quede a medias, sin unapersonalidad definida y que te deja un sabor agridulce en la boca: es divertidapor ratos, pero no la disfrutas.
Pixartropezó, pero como dijera Tuco, su caída hace temblar la tierra.