Subir una escalera, entrar en el tercero izquierda, avanzar por un pasillo acompañada de una dulce melodía infantil, tomar un té con pastas y conocer a una inocente niña a la que cuidar puede ser el principio de una tarde cualquiera para una joven estudiante universitaria. Pero si al atravesar el umbral de esa puerta te adentras en la boca del mal, en la casa de Diamantina, en el salón de juegos de Elisa, y tú, la joven estudiante, te conviertes en el juguete de una desequilibrada, entonces ya no es una tarde cualquiera, es la última tarde…