Por Oswaldo Betancourt Lozano

Típico, dos niñas juegan a la ouija como si nada, pero siguiendo unas reglas: hacer un círculo por cada jugador antes de empezar, nunca jugar sola y siempre decir adiós a las entidades del más allá. Al crecer, una de ellas, la güera, juega sola y misteriosamente se suicida. Ahora su amiga de la infancia y otros cercanos jugarán para descubrir las fuerzas sobrenaturales detrás del caso y sufrirán las consecuencias.

Sólo podíamos esperar una película mala si desde el guión íbamos mal. Si bien tiene un giro inesperado en torno al antagonista de la historia, no ayudan sus rápidas y simplonas resoluciones; en otras palabras, la hacen mucho de emoción para arreglar todo de trancazo. El maquillaje no es la gran cosa y eso que el director (de quien es su ópera prima, dicho sea de paso) trabajó en Sexto sentido. Las actuaciones están al nivel de la película, o sea que tampoco hay mucho para exigir en ese terreno.

Una cinta más de horror que pasará a mejor vida sin que nadie le lloré, lo malo es que, al menos en nuestro país, este género jala mucha audiencia y no siempre reditúa la entrada del boleto. Más que miedo, da tristeza que se este sobreexplotando este recurso.

Veredicto: Tiene, a lo mucho, dos o tres momentos donde puede llegar a hacerte brincar, pero no asusta.

Pilón: En los créditos sale Hasbro, sí, la compañía hace guijas para todas las edades.