Por Iván Ramírez @twilightmanmx

Cuando ves una película de ciencia ficción/acción estelarizada por Tom Cruise –una de las más recientes–, esperas eso: secuencias muy elaboradas donde él haga gala de habilidades físicas que quizá no tiene…, pero con un desarrollo de situaciones mínimo, (fuera de complots internacionales de espionaje o futuristas).

Desde hace muchos años no se le veían, en dichos géneros, esos protagónicos solitarios, misteriosos y azotados que le ganaron éxitos de taquilla en los ochenta, donde su personalidad resaltaba más que sus acrobacias o su inteligencia para desarticular complots.

En Oblivion: el tiempo del olvido regresó un poco a esa tónica. En esta cinta hay un equilibrio entre la profundidad a la que llega el desarrollo los personajes –incluso, con debates filosóficos sobre la existencia de los recuerdos y el alma– y las escenas de acción que son escasas, pero suficientes.

Los efectos especiales se cuecen aparte. Hay una estética minimalista, paisajes etéreos y discretos. Escenarios elegantes que parecen salidos de la mente del interiorista de moda.

A la película le funciona bien: no le roba atención a una trama que tiene mayor peso, aunque tristemente no termina de cuajar, ni es del todo sorpresiva. Más bien, a ratos se queda a medias.

La historia se ubica en el año 2077, en un entorno apocalíptico en el que la tierra fue destruida durante una invasión alienígena que la dejó inservible. La humanidad ganó la guerra a costa de perder el planeta, por lo que una colonia humana se alista para habitar en Titán.

Jack Harper (Tom Cruise) está encargado, junto con Victoria Olsen (Andrea Riseborough), de vigilar la extracción de agua de la tierra, el último recurso natural que existe en el planeta y que puede transformarse en energía para la nueva colonia. Su función es mantener en línea a los “drones” que protegen las plataformas de extracción para que no sean saboteadas por “los carroñeros” alienígenas que aún quedan en la tierra.

Aunado a esto, Jack sólo conserva recuerdos fragmentados de su vida antes de la misión, ya que su memoria fue borrada por seguridad.

Hasta donde él y Victoria saben, su trabajo podría salvar a la humanidad. Pero, como sucede en estos casos, lo que ellos creen dista mucho de la verdad.

La trama será revelada por la irrupción de una cápsula con astronautas humanos, de los cuales sólo sobrevive Julia (Olga Kurylenko), quien, con ayuda de Malcom Beech (Morgan Freeman) –otro misterioso sobreviviente de la guerra–, conocen el verdadero propósito de la misión de Jack y Victoria.

Quizá uno de los aspectos débiles del filme son las actuaciones desequilibradas. Por ejemplo, la interpretación de la británica Andrea Riseborough opaca, durante gran parte de la película, a la protagonista Olga Kurylenko. Incluso, Riseborough parece, en muchos aspectos, la pareja protagónica de Tom Cruise, quien cada vez más se eterniza en su papel de héroe melancólico que salva el mundo al final del día.