Por Carlos Arias

Una de las mejores cualidades de Nicole Kidman es su tendencia a enloquecer. Los mejores papeles de la australiana han sido justamente cuando aparece a un paso de entrar en pánico o de convertirse en una sicópata. Esto es lo que exhibe en No Confíes en Nadie (Before I go to sleep, 2014), un thriller psicológico con el que Kidman pone nuevamente al descubierto el lado más exitoso (y más oscuro) de su carrera. El papel de la bella perturbada.

Ya la vimos en varios papeles geniales, desde Gus Van Sant (Todo por un sueño, 1995) hasta Alejandro Amenábar (Los Otros, 2001) y en algunas joyas como The paperboy (Lee Daniels, 2012). Esta vez el personaje de Kidman es Christine Lucas, una mujer que padece de amnesia como consecuencia de haber sido víctima de un supuesto ataque criminal. A sus 40 años es incapaz de recordar los últimos 20 años de su vida, pero tampoco puede recordar más que lo que ocurre en el día presente.

Su memoria de corto plazo está limitada a las horas en que permanece despierta. Cada mañana debe comenzar de nuevo a reconstruir su propia historia, a pesar de que no reconoce a su esposo, Ben (Colin Firth), y nada le resulta familiar, ni siquiera su propio rostro en el espejo. Las cosas se complican para Christine cuando comprende que hay otro hombre en su vida, un tal doctor Nash (Mark Strong), quien la llama cada mañana para ayudarla a rehacer su historia.

La mujer intenta recordar su vida y el suceso traumático que la dejó sin memoria, mientras que los dos hombres, su doctor y su esposo, pasan continuamente de amistosos a amenazantes. ¿Quién de los dos es el malo y quién es el bueno?

La referencia más obvia es, por supuesto, Spellboud/ Cuéntame tu vida (1945), de Alfred Hitchcock, sobre un hombre que no puede recordar las circunstancias de un crimen, a pesar de que su vida depende de ello. Pero hay varias películas sobre la amnesia, que convierten al mecanismo del olvido y el recuerdo en uno de los temas favoritos del cine de suspenso, cuya razón de ser es justamente el sentimiento de un peligro desconocido pero que no se logra identificar.

Incluso hay variantes en plan comedia, por ejemploComo si fuera la primera vez (Peter Segal, 2004), en la que Drew Barrymore padece de amnesia de corto plazo y revive una y otra vez una cita sin recordar la anterior.

Pero esta vez la historia se ubica plenamente en el suspenso. Y es en ese rubro donde tiene sus principales fallas. La amnesia de la protagonista, en lugar de hacer avanzar la historia le resta valor, porque cada día se vuelve a plantear la misma intriga apenas con mínimas variantes. Así la película se empantana a la mitad, cuando la trama a fuerza de repetirse una y otra vez resulta previsible y sin la vuelta de tuerca a la mitad de la película que hubiera sido esperable.

Además, la historia interior y “psicológica” del personaje termina resolviéndose en el melodrama emocional, en lugar de avanzar hacia el thriller. Con todo, si de “olvidar” se trata, No Confíes en Nadie es una buena ocasión para dejar en el pasado algunos trabajos realmente olvidables de Kidman, como su papel como la princesa Grace de Mónaco (2014), o su actuación a lado del mismo Colin Firth en Un pasado imborrable (2013).