Por Jaime Azrad @_azrad

Una bomba explota en el Kremlin y las evidencias culpan a los Estados Unidos, el trabajo de Ethan Hunt (Tom Cruise) radica en comprobar la inocencia de la nación más poderosa del mundo, pero todo eso deja de importar cuando el responsable de la bomba planea un ataque nuclear globalizado; Hunt está en problemas…

Las películas de acción de alto presupuesto en Hollywood deben dejar atrás a sus antecesoras para distinguirse del montón, y Misión imposible: protocolo fantasma logra una gran diferenciación de entre el grupo de las patadas y las explosiones al que pertenece.

En esta cuarta entrega de la franquicia, el caos global llega a un punto crítico en el que la humanidad se enfrenta consigo misma, pues el poder de sus inventos la sobrepasa. El discurso apocalíptico y el fundamentalismo actual están presentes como la principal amenaza social, pero no se parecen a la narrativa que ya conocemos.

A pesar de contener los clichés que se esperan en este tipo de películas, la acción en esta cinta está bien manejada: atrapa, entretiene y no suelta al público mientras sucede. Se muestra intrigante pero no pretenciosa, y el principal propósito de la película mantiene la tensión en el público muy efectivamente.

Todo lo que hemos visto en las entregas anteriores de Misión imposible está presente, desde la banda sonora hasta los increíbles gadgets fueron llevados al máximo en esta entrega que se esperaba cansada y estirada, pero sorprende con entretenimiento y diversión asegurados.