–PorOswaldo Betancourt L.@rockswaldo

El director y guionista galo Xavier Giannolli se inspiró en la historia de Florence Foster Jenkins (una socialité tristemente recordada por su falta de talento como cantante) para contar una historia que en un principio parece comedia, pero que esconde una gran tragedia.

Marguerite Dumont es una baronesa parisina de inicios del siglo XX, amante de la ópera y millonaria, quienirá tras su sueño de presentarse en un escenario a pesar de cantar terriblemente, peropor su estatus, nadie se atreve a decirle que sus interpretaciones son espantosas.

En el fondo, Marguerite es una mujer solitaria que a través de su gran amor por la música intentará despertar la admiración de un esposo que ya no le hace caso. Y a pesar de una serie de complicaciones tragicómicas que anteceden el clímax, no habrá obstáculos para nuestra entrañable heroína, sino para quienes quieren mantener en pie la mentira, unos para seguir gozando de sus dádivas y otros para cuidarla de la terrible verdad.

Sin embargo, las risas se convierten en tristeza y angustia al ver a la protagonista expuesta en un escenario repleto de gente que se divierte a sus costillas, sólo para que después ella se aferre a toda costa a su pasión por la música.

Y el final, ¡qué final!, un desenlace tajante y digno para este personaje ambivalente, lleno de alegría y desolación, que le valió a Catherine Frot el Premio César (el Óscar francés) a mejor actriz por su magnífica interpretación.