Por Oswaldo Betancourt Lozano

Un thriller que involucra un asesinato y algo de satanismo como parte de su menú, resulta atractivo a simple vista. Además acierta en estrenarse después de Mad Max, pues tiene a Charlize Theron y Nicholas Hoult juntospor segunda ocasión en este año, quienes tuvieran un papel importante en aquella cinta a tal grado de que su reunión sea motivo suficiente para despertar la curiosidad de la audiencia; claro que los personajes son muy diferentes y ella vuelve a tener más peso.

Es la segunda adaptación de un libro de Gillian Flynn,periodista y escritora estadounidense, la primera fue Perdida (2014). Nuevamente las cosas vuelven a girar en torno a una mujer. Cuando Libby Day era una niña, su hermano mató a su familia, sólo ella sobrevivió e incluso declaró en su contra. Después de muchos años y de despilfarrar su dinero, su situación económica no es buena, por lo que se ve orillada a retomar el caso cuando un club dedicado a resolver crímenes le hace una propuesta.

La cinta no es desafiante dentro del género, pero consigue atraparte con facilidad.Gilles Paquet-Brenner no es nuevo en el terreno, el director francés exploró el suspenso en sus trabajos previos, Los Muros (Walled in, 2008) es ejemplo de ello, aunque allá había elementos sobrenaturales involucrados y acá todo está más aterrizado.

La perspectiva de los recuerdos de Libby sólo nos ubica en primera persona en la noche del homicidio, pero la historia también se vale deconstantes viajes al pasado y tanto en esa línea temporal como en el presente se llega a la resolución de este misterio.

No hay elementos en su contra, si a caso brinca en algunos momentos el uso de cámara en mano, aunque no se trata de nada grave. Al final cumple y logra entretenernos por un rato.