Por Jaime Azrad – @_azrad

Alejandro Dumas se somete otra vez a un remake de sus tres mosqueteros, y es que algunas versiones de su famosa novela son dignas de verse, pero hay otras que ni siquiera deberían recordarse. Ésta pende en un hilo entre el primer y el segundo grupo.

Los mosqueteros se aventuran dentro de la bélica destrucción franco-inglesa en una historia que dice ubicarse en el siglo XVII, pero que, con la artillería que se muestra y el estilo de sus personajes, se siente perdida en el tiempo. Las innovaciones que se proponen a la historia no son una mala idea, siempre y cuando no atenten contra su esencia, y eso es lo que hacen.

Las propuestas del director Paul W.S. Anderson (Resident evil, Alien vs. depredador) y sus guionistas Alex Litvak y Andrew Davies se sienten frescas, y ¡vaya que renuevan la trama!, es sólo que su ejecución quedó corta a la grandeza de Dumas.

Athos, Aramis, y Porthos fueron una vez los más grandes mosqueteros, ahora se les presenta como a un borracho, un policía medieval que se multa a quien estaciona mal a sus caballos (no es broma) y a un caza fortunas. ¿Hay que decir más? Quizás falte agregar que quedaron así porque fueron engañados por Milady de Winter (Milla Jovovich) y el Duque de Buckingham (Orlando Bloom) al ser traicionados mientras robaban un diseño de Leonardo DaVinci…

Mientras todo esto sucede, el reino francés es dominado por el Cardinal Richelieu (Christoph Waltz), quien quitó del trono al rey, pero no desesperemos: pronto llegará un joven que despertará el espíritu de lucha en el famoso trío para reestablecer el orden.

La acción en la cinta está muy diluida, los efectos en tercera dimensión afectan negativamente a la propuesta fotográfica y no se presentan tantas peleas con espada como era de esperarse. Allí quizás está el error que más pesa en la película, pues es lo que el público espera al entrar a la sala, y a cambio recibe peleas dignas de una persecución en tiempos modernos que podrían verse en una película de acción sin el valor épico que Los tres mosqueteros promete.

La aventura y el romance se sienten incómodos entre Bloom y Jovovich; no hay chispa, no hay tensión entre ellos, son como una pareja que nadie buscaría y que en pantalla grande resaltan sus defectos. Aunado a esto, los gadgets que tiene el barco de los mosqueteros quita verosimilitud a todos los aspectos de la historia, y pues… la esencia de los mosqueteros se evapora.

Es de aplaudirse que se intenten cosas nuevas, aunque meterse con los clásicos es un tema duro que muy pocos logran dominar. Éste no es el caso: la película nunca decide qué dirección quiere tomar ni qué historia contar, pierde el control por querer ser cool y, sorprendentemente, olvida a los tres mosqueteros entre tanto enredo.

Reduzcamos la cinta a una frase: barcos flotantes en plena edad media. Divertida, pero nada fiel a la historia original.