Chilango

Los pinguinos de papa

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Por Jaime
Azrad. Twitter:
@_azrad

La vida
de Tom Popper (Jim Carrey), un hombre de negocios, comienza a cambiar
luego de
heredar un pingüino. Mientras su departamento se transforma en un
paraíso
invernal, Tom encuentra valor en la vida fuera del aspecto empresarial. Así va el argumento.

El estilo
de Jim Carrey, que conocemos por películas como Mentiroso mentiroso
(1997) o
Todopoderoso (2003), llena la pantalla grande una vez más en una comedia
que
entretiene a pesar de las extravagancias que plantea.

Los
pingüinos de papá tiene impreso el estilo del actor. Los que nos
conocemos los
gestos y articulaciones exageradísimas, podremos quizás predecir su
acción
siguiente, aunque estos logran aún entretener a la audiencia. Carrey
entrega
una historia un tanto floja, pero que arranca carcajadas constantes.

Hay personajes
bastante entretenidos, como la asistente de Tom Popper, pues
denotan un
trabajo mucho más grande que el del propio protagonista. El logro de
este
personaje está en presentar una personalidad interesante que, por
algunos
minutos se siente innovadora  (claro,
dentro de los parámetros hollywoodenses).

El
director de Un viernes de locos (2003) y Chicas pesadas (2004), Mark
Waters,
intenta reproducir sus éxitos anteriores con técnicas muy parecidas, sin
embargo, ésta será sólo una película para entretenerse y reír a gusto y
seguir
adelante. Nada más.

Si buscas
pasar el rato y poner el cerebro en off por unas horas, ésta es
la
opción.