Por Jaime Azrad @_azrad

La vida y la muerte (y lo que pasa entre ellas) son el contexto de esta reflexiva cinta. Las relaciones que en el mundo se forjan y su impacto en los demás construyen el maduro discurso con el que Los descendientes narra la historia de Matt King (George Clooney), quien intentará armar su futuro a través de un pasado que lleva muerto por años.

La historia se desarrolla en Hawai, pero no en el paraíso tropical que todos tenemos en mente, sino en la cotidianidad del archipiélago, en la que Matt se ve obligado a enfrentar el coma de su esposa, consecuencia de un accidente marítimo, como un hombre solo, arrepentido, anhelando una segunda oportunidad que no sabe si llegará.

A partir de la reflexión, el personaje de Clooney pasará por diferentes posturas, pues la situación de su esposa desatará una serie de eventos que le servirán como golpes (o lecciones) que sin más titubeos tendrá que afrontar con la ayuda de sus hijas.

Naturalista, esta película de Alexander Payne se adentra en una crítica al acelerado ritmo que rige la vida en occidente, en la que sólo es permitido descansar con el pretexto de un accidente, y en la que mirar hacia atrás es una pérdida de tiempo. El perdón a partir del entendimiento tomará un papel protagónico en la historia, y es que Los descendientes se entrega sincera y real a su audiencia, buscando provocar reflexiones que generen pequeños (pero grandes) cambios en la misma.