Chilango

Los agentes del destino

Por Josue Corro

La ciencia
ficción y las comedias románticas son dos géneros con sus propias reglas, gurús
e incluso mitología. Su mezcla cuaja, pero nunca logran ser obras artísticas
completas: no por nada el ser humano lleva miles de años en una batalla férrea
por encontrar el balance entre el instinto (rom-coms) y la razón (sci-fi).

Y Los
agentes del destino
es otro ejemplo perfecto de esta conjunción dispar.

Un político joven (M. Damon)
conoce a una bailarina extrovertida (E. Blunt con su acento inglés), e
inmediatamente se enamoran. Sin embargo no pueden estar juntos porque los dos
frustrarían sus futuros gloriosos… pero, ¿entonces por qué se siguen
encontrando a lo largo de los años… será amor verdadero? Puede que lo sea, pero
no importa, porque el plan de vida de David lo ha destinado a ser Presidente de
EUA. Sí, porque una misteriosa sociedad lo ha decidido y harán lo que sea para
cumplir con su objetivo. Aunque eso implique alejarlo de la mujer que ama. Ah,
qué tragedia, qué dilema

Bajo esta
premisa – basada en una novela de uno de los tótems del sci-fi literario,
Philip K. Dick- la ópera prima de George Nolfi toma giros filosóficos sobre el
libre albedrío respaldado por unas actuaciones convincentes, pero adornada por
una historia lineal y con personajes secundarios aburridos.
Es una lástima que
el novel cineasta olvidará sus inicios como escritor (Oceans 12,  Bourne Ultimátum): sus giros de tramas son
imperceptibles, y las decisiones de los protagonistas son mecánicas.
Afortunadamente, el concepto básico de que no podemos escapar de nuestro
destino y que cada pequeña detalle -el olvido de unas llaves, tirarte un café
encima o que el despertador no suene- es parte de una serie de casualidades que
determinan llegar a nuestro futuro preestablecido.

Este factor
onírico sobre la agencia especializada en controlar la historia humana, es el
plato fuerte del film y que, irónicamente no es tratado con profundidad (es lo
que decía: o una película es una comedia romántica o un thriller de ciencia
ficción, no se puede hallar balance).
Uno de los agentes le explica a David que
ellos son los responsables de los logros más importantes de la humanidad y
cuando dejaron de "trabajar" en 1910 el ser humano casi se destruye: guerras
mundiales, depresión, Holocausto y fascismo. Por eso son necesarios. Y por eso
queríamos saber más de ellos y no sólo saber el poder absurdo que emanan de sus
fedoras: cada puerta en Nueva York es un teletransportador. Sí, gracias a un
sombrero.

Los Agentes
del destino
cae un lugar común del cine en últimos meses -desde Inception a
Sucker Punch-: las fantasías sólo tienen un buen resultados fílmico cuando las
vemos, y no cuando las narran.


Aunque en
esta cinta, la fantasía es la vida misma.