Por Josue Corro

En el

momento en que abandones la sala de cine vas a desear tener el anillo de

Linterna Verde para que –con sus poderes mágicos– puedas olvidar este esperpento

de película.

Es

increíble que con un presupuesto millonario, un elenco aceptable, un director con

un buen currículum… y cuatro escritores –sí, ¡cuatro escritores!–este film no provoque –en ningún momento–empatía, emoción o algo tan básico en el cine de súper héroes:

la fantasía de querer ser como el protagonista que estás viendo en la pantalla.

Piénsalo… ¡en algún instante quisiste volar como Superman!, ¡tener "sentido arácnido"! y hasta revestir

tu clóset con gadgets de alta teconología. Es eso lo que hace que estas películas sean un éxito: el morbo de evidenciar nuestra debilidad humana. Sin embargo, el

personaje de Hal Jordan nunca logra traspasar esa barrera, que provoca una

sincera y real comunión entre el espectador y su héroe.

¿La razón? Se

puede mencionar tanto fallas a nivel humano (pobre Ryan Reynolds, es sólo un

pedazo de carne que actúa como si estuviera pisando fuego: cada gesto y cada

palabra que emite son dolorosas. Y lo peor es que no es su culpa: hasta

Marlon Brando hubiera sido un desastre con este guión tan mal escrito), como una sinopsis tan absurda comola siguiente: hace miles y millones

de años, el universo fue divido en cuadrantes y cada uno tenía un protector

llamado Linterna Verde, cuyo poder recaía en un anillo capaz de

materializar cualquier pensamiento. Entonces, una noche (día, quién sabe), uno de los Linternas lucha contra una especie

de Pulpo Paul gigante que tiene planeado devorar la galaxia. Total, el alien se

estrella en la Tierra, muere y el anillo elige a Hal para ser el próximo

protector… lo cual resulta inverosímil porque los humanos somos tan crueles y

egoístas que no somos dignos de ser un Linterna Verde.

¿Entendiste?

No te preocupes, porque desde el prólogo hasta la última escena serás

bombardeado por estereotipos (la bella, muy bella Blake Lively es una burla a

la chica-en-apuros), villanos con más maquillaje que motivos para ser

antagonistas y un Linterna Verde cuyo sentido del humor, ética y madurez parece la de un Iron Man de hospicio.

Pero no

toda la culpa es del guíón de cuatro… –¡cuatro escritores!, otra vez–, la mayor parte del

fracaso recae en Martin Campbell, quien alguna vez nos deleitó con Casino Royale:imaginamos quedebiósupervisar los FXcon los ojos cerrados, desde el CGI del

traje del Sr. Jordanhasta las batallas –salidas de un juego de computadora–.Contrario a atraernos, nos hace darnos cuenta de que la brecha entre

fantasía y ciencia ficción nunca había sido tan profunda.

Tanto que –incluso–no hay forma de que Linterna verde tenga un mejor título que: "la peor cinta

del verano de 2011".