Mike Leigh es conocido no sólo por su vasta filmografía (que alcanza los 17 títulos) sino porque explota su faceta de guionista y las capacidades histriónicas de sus actoresal calor del rodaje. Más fácil, es famoso porimprovisar los guiones mientras filma y por permitir que los intérpretes creen a sus personajes, según la historia lo vaya necesitando.

Leigh tiene 69 años y en este 2012 celebra 40 de una carrera que comenzó en 1972 conBleak Moments, cinta que ganó el Festival de Locarno. El cineasta no filmaría su siguiente trabajo sino 16 años después: High Hopes. Su carrera se volvió más prolífica después de entonces:Life Is Sweet(1990),Naked(1993),Secretos y mentiras(1996),Sueños y realidades(1997),Topsy-Turvy(1999),All or nothing(2002),Vera Drake(2004), Happy-Go-Lucky (2008) yAnother Year (2010).

Lo interesante de este cineasta: entiende al cinecomo un proceso colectivo de creación.

Aquí nuestra charla:

¿Qué te hizo interesarte en las artes dramáticas?

Yo creo que más que interesarte, es una compulsión con la que se nace. Es una enfermedad. Siempre he estado naturalmente atraído al cine, al teatro, al circo, a la pantomima, la música, las palabras, y el arte en general. Si nos preguntamos para qué, parte de una necesidad de contar historias, de entretener, de hacerte reír, pero también de hacerte llorar. Siempre he tenido esa necesidad de capturar la vida real y convertirla en algo.

¿Por qué decidiste iniciar tu carrera artística en la rama de la actuación?

Yo tenía 17 años, así que no tenía una visión clara del mundo. No quería ser actor, pero quería investigar sobre esa disciplina. Yo quería inventar cosas; escribir, dirigir. También, cuando eres joven quieres salir a la gran ciudad y tener oportunidades como la que yo tuve -estuve becado en la Royal Academy of Dramatic Arts, así que no tuve que pagar-, quieres salir, ver cómo se hacen las cosas, y ponerlo en práctica.

Creaste un complejo y único método de dirección, basándote en la improvisación. ¿Cómo se te ocurrió?

Este método lo uso tanto para dirigir como para escribir. Un día me empezó a surgir la idea de que, de alguna forma, ensayar y escribir podían ser parte del mismo proceso. Como tuve formación actoral, tenía cierta fascinación por las cosas que podían lograr los actores. Cuando me salí de estudiar actuación entré a estudiar arte, y un día mientras estaba dibujando me di cuenta de que estábamos mirando la vida, y que los actores no hacían eso, sino que sólo seguían órdenes. No era real. Se me ocurrió que los actores podían ser artistas creadores. A mediados de los años 60, surgió este método, que es más bien una exploración. Es trabajar con cada actor su personaje, juntarlos, y dejar que una historia se desarrolle.

¿Cuál es tu mayor reto como director?

En términos de hacer una película, el cine es un proceso complejo, y hay mucha gente involucrada. Creativamente, mi reto es no perder mi visión original, ni dejar que se pierda entre las cosas técnicas. Pero el reto más grande es asegurarte de que tu película esté protegida de la interferencia de la gente que tiene el dinero, que te va a hacer cambiar tu final porque no es feliz. Yo siempre me aseguro de trabajar con productores que no van a intervenir.

En tus películas siempre retratas la vida de personas comunes, con vidas normales. ¿Cuál es el encanto de lo ordinario?

La mayoría de la gente se aburre de la vida cotidiana, y tiene que crear historias extraordinarias; está bien. Para mí, la vida en sí, los detalles, la gente… todo es fascinante. En mi película, Vera Drake, podrías preguntarme: «¿qué tiene de fascinante eso?», y tal vez no sea fascinante, pero sí importante. Una persona puede tener una vida muy feliz, mientras otra puede ser muy triste, y si eso no es interesante, no sé qué sí lo es.

¿Qué tipo de gente te inspira?

Toda la gente es inspiradora. Por ejemplo, acabo de ir al Festival de Cine de Guadalajara, donde ves a hombres con mujeres más jóvenes, llenas de bótox e implantes. Podrías pensar, ¿y qué tienen de interesante si son tan falsas? Son una comedia, por cómo se ven, pero son una tragedia porque han perdido su dignidad, y se han convertido en algo artificial. Toda la gente es interesante.

Alguna vez dijiste “Hollywood es una enfermedad para el mundo del cine”, ¿por qué crees esto?

En el mundo hay miles de películas haciéndose todo el tiempo. Y entre todas esas películas, Hollywood es dominante, y es malo, porque es una fábrica. Si eres gentil, podrías decir que es una fábrica de sueños, pero para mí es sólo una fábrica. Aunque a Hollywood le guste o no, no hacen películas que sean apegadas a la vida. En México tienen un gran problema con las películas, ya que por culpa del dominio del cine hollywoodense no pueden estar mucho tiempo en exhibición. Esa es la enfermedad. La gente se apega a este tipo de cine, y rechaza todo lo que sea diferente.

¿Cómo sería una industria del cine ideal?

Habría dinero disponible tanto de empresas como del gobierno, y tendríamos la libertad y la motivación para hacer cine diferente. También contaríamos con el apoyo suficiente para que nuestras películas puedan llegar a cartelera. Esto incluiría a los jóvenes cineastas. También, creo que deberían dejar de existir las fórmulas que establecen cómo debe ser una película.

Presidiste el jurado del más reciente festival de Berlín, ¿bajo qué criterio analizas una película?

Es muy difícil tomar un grupo de películas y decidir si son buenas o malas. Hay unas que claramente son buenas, y otras que no, pero al final de cuentas es difícil porque cada cineasta tiene su forma de expresarse, su historia que contar, que es muy válida, y ¿cómo se puede decir que esa forma de manifestar todo esto es mala?

Aunque no existe una receta para hacer una buena película, ¿hay algún elemento que consideres indispensable?

Lo más importante es hacer una película que sea entretenida. Si nos ponemos a analizar la palabra «entretener» en inglés, nos daremos cuenta de que se trata de capturar la atención, de hacer que el espectador no se vaya. Creo que toda buena película debe ser así, sin importar si es drama o comedia. Debemos dejar al público con ganas de más.

Personalmente, ¿cuál crees que ha sido tu mayor logro como director?

Cada una de mis películas es un logro, tanto para mí como para todos los involucrados. A fin de cuentas, el cine se hace en colectivo, y sin toda esta gente yo no podría lograrlo. Sin embargo, uno de mis grandes logros es tener la oportunidad de explorar lugares nuevos, emocionalmente hablando.