Por Jaime Azrad @_azrad

A pesar de que nunca lo imaginamos, David Schwimmer (sí, Ross el de Friends) se lanzó a dirigir una película y, por más prejuicios que pudimos armarnos, quedamos sorprendidos.

Su título en inglés es Trust, es decir, confianza. En español nos fuimos más a lo obvio y explicativo con La pérdida de la inocencia, ya saben, por la costumbre telenovelesca… en fin, confianza es una palabra que define muy atinadamente lo que vemos en la historia.

Annie es una adolescente que conoce la cruda realidad del mundo que la rodea con un golpe particularmente fuerte. En un chat se encuentra a un chico que la seduce y enamora sólo para revelar su verdadera identidad, pedófila y abusadora, una vez que la conoce en persona. La situación involucra a sus padres y a un sinfín de personajes que, si por Annie fuera, desaparecerían en un instante.

La película es valiente, y me refiero a su sinceridad. La pérdida de la inocencia (vaya título) no minimiza los sucesos para comprimirlos y adaptarlos a la pantalla, sino que cuenta las verdaderas consecuencias del encuentro entre una chica de 14 años y su obsesionado acosador.

Hubiera sido fácil desarrollar un guión que reduzca la situación a lo típico, pero en vez de simplificar, la cinta construye con inteligencia una simpatía irrefutable entre el espectador y sus personajes. Además Annie es interpretada sorprendentemente bien por Liana Liberato, su actuación tiene un dejo de inocencia idealista que probablemente se deba a que la actriz también lo tenga, pero se traduce muy adecuadamente a su papel.

Charlie, el muchacho del chat, sabe entenderla. Él se convierte rápidamente en el confidente masculino que Annie nunca ha tenido (y que anhela tanto), y hablan por horas… en una ocasión Charlie confiesa ser mayor de lo que dijo, y luego lo hace de nuevo, y de nuevo hasta que al conocerse es mucho mayor que ella, pero aunque creemos tener el final resuelto en nuestra cabeza, definitivamente no es así.

Mencioné antes que si por Annie fuera todos los demás desaparecerían, y es cierto: ella no quiere apartarse de él y prefiere que el mundo los deje solos. La psicología de su personaje es resultado de una evidente investigación sobre las consecuencias del abuso, los límites de la confianza y los vaivenes emocionales en una edad tan inocente y cambiante.

Schwimmer se abrió a una percepción muy particular y la tradujo en emociones que en pantalla son representadas fielmente. En su película, y en la vida, la fortaleza de los sentimientos destruye relaciones de formas irreparables, y en última instancia hacen los mismo con la confianza.