Por Carlos Arias.

Sangre y otras secreciones, sudor y otros fluidos, adrenalina y otras hormonas. La sierra eléctrica vuelve a ponerse en marcha para matar adolescentes y cortarlos en pedacitos. Se trata del reestreno de la versión original de La masacre de Texas, el clásico de 1974 que en su traducción para México recibió el título salvaje de “Masacre en cadena”. Un clásico del cine de horror que regresa a los cines en su versión original, en conmemoración de los 40 años de su estreno.

Esta sí asustaba. La masacre de Texas (Texas chain saw massacre, 1974), dirigida por Tobe Hooper, es uno de los clásicos indiscutidos del cine de horror y un punto clave en su variante “slasher”, o sea las historias en las que un asesino sicópata persigue a adolescentes en lugares deshabitados para matarlos uno a uno, con la mayor violencia posible.

Ahora llega adecuada técnicamente para los cines actuales, en versión digital pero con el estilo visual de la película de 16 milímetros original, que le da tonos contrastados, una imagen granulosa y un estilo visual “descuidado”, junto a los rojos sangre de la vieja película Eastman de la época. Los sobresaltos siguen con la misma fuerza, a pesar de que este argumento ha conocido mil variantes, parodias, remakes, homenajes, sagas, versiones, secuelas y hasta una próxima precuela.

Se trata de la consabida historia del asesino serial armado de una motosierra que ataca a un grupo de adolescentes que se aventuran a entrar en una siniestra cabaña solitaria en el condado de Travis, Texas. Cinco adolescentes, tres hombres y dos chicas, acosados por el asesino de la cara cubierta con una máscara de cuero, de la cual tomaba su apodo: Leatherface.

La historia, lejanamente inspirada en un caso real, elaboraba algunos de los elementos más espeluznantes de La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968), como aquellas escenas en la que un grupo de personas debía huir de los zombis durante una noche, las persecuciones y las matanzas. También la película rinde su homenaje a Romero en las secuencias iniciales, cuando aparecen muertos afuera de sus tumbas.

La importancia de este película es que a partir de ese momento quedan definitivamente atrás los monstruos sobrenaturales que a atacaban a jovencitas en salones mal iluminados o en alcobas románticas.

A partir de entonces no habría monstruos elegantes sino horror en estado puro, asesinos seriales y un estilo de relato realista y directo, casi documental. El éxito de La masacre de Texas se convertiría en el inicio del slasher de los 80 y 90, que incluiría películas como Halloween (78), Viernes 13 (80), Pesadilla en la calle del infierno (84) o Scream (96), entre muchas otras.

La remasterización es toda una proeza por sí misma, debido que se restauró una versión original que corría el riesgo de perderse. La película fue realizada en 1973 con muy bajo presupuesto, sin estrellas y con momentos que bordean lo amateur, utilizando colas de película de desecho y sin negativo. Se filmó directamente en positivo en 16 milímetros y luego se hicieron ampliaciones a 35 milímetros que fueron las copias exhibidas en los cines. Esta versión es resultado de una restauración cuadro por cuadro del original, en un trabajo para el cual, según la compañía productora, el propio Tobe Hopper vigiló la fidelidad a la imagen y al sonido originales.

Este reestreno de este clásico es una buena noticia, no solo por su valor histórico y su poder terrorífico, sino también porque su estilo rompe con la perfección hiper-realista del cine de terror actual, a nombre de algo más sucio, sangriento y real.