Chilango

La Edad del Deseo

Por: Miguel Rivera

 

Sra. Robinson, ¿está tratando
de seducirme?  

Yo siempre he pensado que la vida de
las damas de compañía, dígase cortesanas, geishas, escorts, es una
muy complicada. A falta de experiencia personal en el tema… recurro
a las películas y éstas me han enseñado que dichas mujeres llevan
una vida vacía y con un tipo de remordimiento ético/moral combinado
con un deseo palpitante de encontrar ese amor único
que las saque de
las andadas. Pero en el caso de Michelle Pfeiffer en Chéri, la chica
no la pasaba nada pero nada mal.

Cada segundo de esta película está 
sacado de un cuadro de Monet.
El arte y la producción logran una representación
preciosista y colorida de lo que fue la Belle Epoqué en Francia en
los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial. Todo era bello,
todo era fácil, las mujeres se contoneaban con sus vestidos pomposos
cual hojas en el viento y los hombres caminaban con gran porte y ridículos
sombreros y sacos tipo Charleston.

En sí, la historia se centra en la
vida de Lea de Lonval (Pfeiffer), acompañante de reyes y duques. A
sus 50 años, que por cierto viendo a Pfeiffer pienso que son como los
nuevos 30,
la famosa cortesana se va a su casa de campo en Normandía
acompañada del hijo adolescente de una de sus amigas de la vida alegre.
Ella conoce al joven desde que era niño y le ha puesto el sobrenombre
de Chéri. Él por su parte es un atractivo, engreído y presuntuoso
burgués que vive de cama en cama, supongo yo, algo que sacó de su
madre. Hey, de tal palo tal astilla.

Al minuto literalmente de haberse ido
juntos a Normandía comienzan un romance que dura alrededor de seis
años. El problema viene cuando la madre de Chéri decide casarlo con
la hija de otra cortesana que si es de su edad (yo igual me quedaba
con Pfeiffer, no le pide nada a nadie). Vemos que la relación entre
la mujer que no quiere seguir envejeciendo y el joven que es en realidad
un niño pudo haber significado mucho más de lo que su cinismo les
dejó ver en un principio.    

Stephen Frears nos entrega una película
de época que es en realidad comedia que es en realidad un drama. La
película es activa y se mueve rápido a través de la historia pero
más que otra cosa es un retrato estético de lo que se veía en esos
tiempos y no en realidad una inmersión en los personajes o su historia.
Las actuaciones son buenas, pero hasta ahí. Finalmente no tengo nada
contra las historias de seductivas cougars que se aprovechan de la inocencia
de apuestos jóvenes para satisfacer sus deseos y aún menos cuando
les sale mal el chistesito y se acaban enamorando, pero la verdad es
que esta película no es para el recuerdo.