Chilango

La dama de negro

Por Jaime Azrad @_azrad

Con la promesa de ser la película de miedo de la temporada, La dama de negro es la primera cinta en presentar en la pantalla grande a Daniel Radcliffe fuera de su personaje de Harry Potter. Quizás siendo demasiado terco, James Watkins, su director, se empeñó en darle el papel protagónico al joven actor como un truco mercadológico, esto sin considerar los sacrificios que ello implicaría en cuestión de verosimilitud. 

El film nos cuenta la historia de Arthur Kipps (Radciffe), un abogado que es enviado por motivos de trabajo a un pueblo remoto en la Inglaterra de principios del siglo XX. Mientras trabaja investigando la historia de una casa abandonada, Kipps se encontrará con impedimentos sobrenaturales para llevar a cabo su objetivo, pues el fantasma de una mujer atormentada por su pasado se impondrá ante él como lo ha hecho con el asustado pueblo durante años.

Los primeros minutos de la cinta son pura adaptación, pues como espectadores nos toma tiempo acostumbrarnos a la idea de que la famosa cara del mago de Hogwarts ahora pertenece a un padre de familia; después, superando el hecho (o resignándonos), la cuidada narrativa de Watkins nos lleva a través de un viaje de tomas obscuras, de fotografía fascinante, que revelarán poco a poco los porqués del miedo que reside en los habitantes del pueblo.

Para saltar del susto, ésta es la cinta ideal. Los momentos de creciente tensión están estructurados para espantar al más escéptico y desconectado de la trama; el suspenso se apoya enormemente en la música (que a veces exagera su presencia) para acentuar cada uno de los momentos en los que los gritos se escuchan en la sala, pero no gritamos porque la historia nos asuste, sino porque nos toman por sorpresa, y eso es como hacer trampa.

La historia en sí está desnuda: no aporta ni propone, es otra casa embrujada que se vale de las técnicas (en su momento innovadoras) de Guillermo del Toro e incluso John Carpenter. Por esto, quien haya visto El orfanato (2007) se sentirá en un refrito gringo que intenta verse original y novedoso en medio de la trama que nos ha sido contada varias veces…

Dejando a un lado los obstáculos en su estructura dramática, La dama de negro compone una narrativa de primer nivel, deleitando con su estética en fotografía y lenguaje, y provocando más de un gran susto en cada uno de los valientes que se aventaron a verla.