¿Por qué?

Porque nos llovieron sus películas hasta el cansancio. Las artes marciales comenzaron su occidentalización masiva con personajes como él, y se volvió como una película de culto interminable que hacía creer que una pistola no mataría a quien se defiende con acrobacias.

Lo más desesperante es su humor en medio de las peleas de vida o muerte; sí, las risas eran buenas, pero hoy, en retrospectiva, es fácil catalogarlo como a la moda en los noventa que tanto nos gustaba, pero que nos obliga a decir: ¿en qué estábamos pensando?

Las típicas

Shanghai Kid, Una pareja explosiva 1, 2 y 3, El esmoquin, El poder del talismán, El súper canguro.

Lo rescatable

Kung Fu Panda (voz).