Por Josue Corro

Una

joyita más que gana en el Festival de Sundance, el certamen de cine

independiente más importante del mundo (el premio del Jurado ha

galardonado obras como Blood Simple, María llena de gracia y Precious). Winters Bone

es una odisea rural, donde la desesperación, los lazos familiares y el

orgullo son los elementos que forjan el carácter de una heroína

moderna: Ree Dolly, una adolescente que debe cuidar a sus dos hermanos

y su madre enferma, y además encontrar a su padre, un prófugo de la

justicia, para evitar que el gobierno les quite su casa.

La

directora Debra Granik, narra esta historia violenta y marginal,

ambientada en un cinturón de miseria y drogas del sur de Estados

Unidos, con tintes poéticos tanto a nivel visual -el color ocre y azul

del invierno de las montañas se vuelve un personaje que ayuda o impide

la misión de Ree-, como narrativo: sus diálogos y dirección de actores

es sublime, sobre todo el trabajo de Jennifer Lawrence, cuyos ojos

enardecidos y su mezcla entre hostilidad y miedo, reflejan la humanidad

histriónica del film. Cada personaje que conoce Ree, es un ser con más

defectos y virtudes, pero aún así, ella trata de encontrar en cada

pista que le dan sobre el destino de su padre, algo nunca había

conocido… la esperanza.