Por: Juan Carlos Villanueva

Si algo puede presumir Inferno es el trabajo de locaciones: esta cinta es un agasajo visual por todos las escenarios registrados, eso sí, llevados con lujo de detalle según el relato del autor: Florencia, Venecia y Budapest. ¡Esto parece un documental de turismo! Si uno sigue la primera parte de la novela, puede descubrir los rincones de Florencia, sobre todo aquellos relacionados a un lastimero y atormentado Dante Alighieri.

Esta historia de acción e intriga que gira alrededor de un virus que podría acabar con la humanidad, está repleta de truculentos acertijos, flashbacks y factores sorpresa, una fórmula que Brown tiene metida hasta el tuétano, pero que le ha engordado su cartera como autor Best Seller.

El director Ron Howard logra resolver bien las trampas mentales del autor, pero le da rienda suelta a libertinajes creativos haciendo de la amnesia de Langdon –el personaje central interpretado por Tom Hanks– un carnaval al borde de lo cómico del que pueden desprenderse cuantos giros y extensiones del relato se le vengan en gana. Aquí Langdon es un simpático “resuelve enigmas” a diestra y siniestra, sin importar que éste venga saliendo de un lapsus brutos de amnesia.

Howard, con una pequeña ayuda del guionista David Koepp, decidió pisar el pedal a fondo en la recta de los acertijos, intrigas e incluso pasarse de largo cualquier discurso transhumano que ostenta esta novela para irse a estampar de lleno en las curvas peligrosas de lo cursi con un subtrama romántico que se le da tan bien a Hanks, ya que al fin y al cabo, la historia de la humanidad dicta que, más allá de cualquier tragedia, a todo Dante le llega su Beatriz.