Chilango

Imparable

Por Alejandro Alemán

Tan
veloz como un tren sin frenos, así va Tony Scott tras la chuleta en
esta pieza cuyos dos únicos objetivos son entretener al respetable y
hacerse de una lana para sí y sus compinches:
Rosario Dawson, Denzel
Washington y Chris Pine. El primero de sus objetivos se cumple a
cabalidad.

En esta especie de Speed meets Volcano,
Frank Barnes (Washington) es un viejo operador de trenes que recibe al
novato Will Colson (Pine) en su primer día de trabajo. Al mismo
tiempo, en otra estación, un operador abandona la cabina de un tren al
intentar cambiar el sentido de una de las vías, por error deja el tren
en marcha (y no en neutral) por lo que el convoy se sale de control
alcanzando hasta 70 millas por hora. El tren trae consigo una serie de
tanques llenos de un material peligroso e inflamable. Es, en los hechos,
"un misil que recorre EU a 70 millas por hora".

Como
toda cinta de desastres que se respete, esta incluye a una corporación
villana -la empresa ferroviaria-, que se niega a descarrilar el tren
puesto que eso costaría mucho dinero a los inversionistas. También
tenemos a la empleada comprometidísima con su chamba: Connie Hooper
(Dawson), operadora que no importando las amenazas de sus malignos (y
estúpidos) jefes, hace lo posible por encontrar un plan que detenga al
tren sin dañar a civiles, aunque con ello afecte los intereses de la
empresa. Dawson es una especie de símil femenino al personaje que
hiciera Tomy Lee Jones en Volcano.

Y
por supuesto tenemos al héroe de la clase trabajadora en el personaje
de Denzel Washington quien, así nomás por buena gente, ejecuta su propio
plan para detener el tren, no importando que ponga en riesgo su vida.

Pocas
cosas tan cinematográficas como un ferrocarril en marcha. Si hay algo
bien hecho en esta cinta, es la formidable manera como el director nos
contagia la sensación de velocidad de este armatoste fuera de control.
La sala cimbra – y nosotros con ella – al veloz paso de esta mole de
hierro que, en efecto, parece imparable.

Aunque
la mayoría de las escenas entre Denzel y Pine (únicos personajes con un
atisbo de historia y de desarrollo en la película) suceden dentro de la
cabina de un tren, ambos realizan un buen trabajo aunque en realidad el
guión tampoco les exige demasiado.

Una
película de fin de semana, sin mayor pretensión, con un final
complaciente y previsible, destinada a ser una favorita de la televisión
abierta. Eso sí, muy bien dirigida por un Tony Scott quien, quien no obstante
lo comercial del proyecto, aún sabe cómo emocionar a su público.