Hoy se estrena en las salas de cine nacionales la cinta Halley, un largometraje que relata la historia de un guardia de seguridad de un gimnasio que es un muerto viviente. Tuvimos la oportunidad de platicar con su director Sebastián Hofmann y con los actores Alberto Trujillo, Lourdes Trueba y Hugo Albores sobre ella.

Aquí lo que nos platicaron.

¿Por qué utilizaste el género del horror para tu primera película?

Nunca pensé en el género. Surgió a raíz de que se empezó a exhibir y la prensa trató de encasillarla, incluso los agentes de venta en Sundance decían: “¿Cuál es el género de tu película?”. Pero cuando empecé a escribir, nunca pensé si pertenecía en un género o que fuera una película de género per se, pero sí es una película que trata temas horripilantes. El horror es el de tener un cuerpo enfermo, que el cuerpo se salga de control. Sí es una película de horror en ese sentido, pero es un horror mucho más filosófico, y eso es importante saberlo. Que la gente que vaya a verla no crea que va a ver El último exorcismo. Es otro tipo de horror, uno que te invita a pensar en la condición del cuerpo.

Halley es una película de zombies, aunque no necesariamente es así. Vemos a este personaje en muchos lados, en series de televisión, en videojuegos… ¿qué te atrae de ese ser de los miedos contemporáneos?

Yo creo que el miedo a la muerte. El miedo a la putrafacción. No era nuestra intención hacer una película de zombies, más bien nos inspiramos en los monstruos góticos, en Frankenstein de Mary Shelley y Drácula, por supuesto, al final, hay ahí una referencia muy obvia, todos estos monstruos fantásticos.Era más bien crear un monstruo contemporáneo viviendo en la Ciudad de México, y eso me pareció una idea muy atractiva. No es tanto una película de zombis, sino de hablar de un muerto viviente, porque el zombi no tiene fuerza de voluntad y nuestro personaje sí. El zombi es como estar poseído, comen cerebros y es más el zombi de Thriller de Michael Jackson. Aquí la idea era crear un nuevo tipo de monstruo.

En la película vemos otro tipo de “monstruos”: los fanáticos religiosos, gente obsesionada con su cuerpo. Un tipo de monstruo que está entre nosotros, ¿cómo lo ves tú?

Esa es una bonita manera de plantearlo. Todos estamos rodeados de monstruos. Todos los personajes son de alguna manera espejos de Alberto (personaje principal), comparten la misma soledad. Son personajes marginados, los del gimnasio también están aferrados con su cuerpo, de la misma manera que Alberto, y con esa misma desesperación, por proyectar una imagen de salud y belleza.En algún momento, nuestro personaje busca respuestas en la fe. Va a una congregación cristiana en donde se toca el tema de la enfermedad como un pecado, la cultura del sufrimiento que está tan arraigada en México. Alberto va en busca de respuestas, quizás para encontrar algo de paz.

La película tiene una fotografía y un maquillaje impecable. ¿Cuidaste mucho eso?

No teníamos muchos recursos. La película se hizo con presupuesto muy limitado y teníamos muchos prostéticos y efectos visuales y fue precisamente el contratar a gente muy talentosa. El director de fotografía es Matías Penachino, el tiene una estética muy preciosista, viene del mundo de la publicidad y creo que tomé una buena decisión en retratar el mundo de lo grotesco con esa estética. Adam Zoller ha trabajado como asistente de maquillaje durante muchos años y esta es su primera película como diseñador principal. Si no funcioanaba el maquillaje, aunque los actores estuvieran muy bien o la cámara, se hubiera caído la película en los primeros 10 minutos.