Mucho antes de que nos empezáramos a preocupar por las nominaciones al Oscar, México ya alcanzaba los más altos reconocimientos en el otro gran acontecimiento del cine mundial, el Festival de Cannes. Fue en Cannes donde Europa se enamoró del cine mexicano de la Época de Oro, cuando el Indio Fernández mostró un mundo único de sombrerotes, sentimentalismo de macho y realismo social indigenista.

Hicimos un recorrido por las películas, los actores y directores mexicanos que se han convertido en estrellas mundiales tras su paso por la alfombra roja en el gran festival de la Costa Azul francesa.

Época de Oro: Sombreros y surrealismo

Tras la segunda Guerra Mundial, en 1946, Francia pudo organizar por primera vez su festival de cine, que había sido creado en 1937. Esta vez les dio el máximo premio a once de las 44 películas participantes, como una forma de hermanar a las cinematografías dispares.

En esa oportunidad cayeron las primeras palmas de oro para México, por María Candelaria del Indio Fernández, con Dolores del Río y Pedro Armendáriz, y por Mejor Fotografía (premio que no fue compartido) para Gabriel Figueroa, por María Candelaria y por Los tres mosqueteros, la parodia de Cantinflas dirigida por Miguel M. Delgado, que también participó en la competencia oficial.

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La sección oficial volvió a ver otra cinta de Fernández con Pueblerina en 1947, con Columba Domínguez en el protagónico. María Félix regresó en 1950 con Doña Diabla, del chileno Tito Davison, que llevaba al extremo el personaje de la mujer fuerte y amansadora de hombres. La Doña sería el icono de México en Cannes con La escondida (56), de Roberto Gavaldón, y luego con La Cucaracha (1959), de Ismael Rodríguez. Ambas son dramas revolucionarios con mujeres fuertes metidas en un mundo de sombreros, machos que hablan recio, pistolas y tequila.

Otro mexicano favorito de Cannes fue Roberto Gavaldón, quien además de La escondida defendió en la sección oficial Las tres perfectas casadas (53); El niño y la niebla (54), y Macario (60). Los otros títulos mexicanos presentes en esta época son La ausente (52) de Julio Bracho y Un extraño en la escalera (55) del argentino Tulio Demicheli.

Surrealismo

Buñuel sería el otro emblema nacional, esta vez por el surrealismo. Recibió en 1951 el premio a Mejor Director por Los Olvidados, con lo que se salvó de la furia de la industria local, que incluso quería declararlo extranjero indeseable por mostrar la miseria de los barrios pobres de la ciudad de México.

Diez años después, Viridiana ganó mejor película, filmada en la España del dictador Franco, quien acabaría prohibiéndola. Fue producida por el mexicano Gustavo Alatriste y exhibida en Cannes bajo bandera mexicana. Se llevó el máximo galardón.

Buñuel fue un cineasta frecuente en la sección oficial, desde Los Olvidados (51); Subida al cielo (52), Él (53), Nazarín (59), La joven (60), Viridiana (61) y El ángel exterminador (62).

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