Por Jaime @_azrad

Cuando hay ideas que se meten a fuerza a la pantalla, se nota. Manipular esa idea lo mejor posible una vez que no hay de otra, se agradece.

Intentando reproducir la fórmula de la comicidad de Damas en guerra (2011), esta película cuenta la historia de dos amigos que, después de pasar de una propuesta ridícula a un plan serio, deciden tener un hijo juntos sin involucrarse sentimentalmente.

Sí, ya sabemos: en el momento en el que están a punto de hacerlo, cada quien encuentra a su pareja ideal y los celos empiezan, las incomodidades surgen, una cosa lleva a la otra y abortan la misión… pero no, sí tienen al niño. Lo cuidan turnándose y todo pinta muy bien cuando, de repente, cada quien conoce a alguien y los celos empiezan, las incomodidades surgen, bueno, ya saben.

La casualidad con la que los personajes tratan el tema los hace un tanto difíciles de creer; todos los esfuerzos están en construir diálogos inteligentes que mantengan el ritmo y, por lo tanto, el toque humano se pierde sin cuidado. Aunque esto tiene su lado bueno, pues de verdad el ritmo se mantiene durante casi toda la película.

Una vez superados (o ignorados) los conflictos de verosimilitud que uno siente, es fácil pasar a la etapa en la que te encuentras viendo una comedia romántica que te saca algunas risas y te sorprende con pequeños cambios en la historia que has visto cientos de veces. Pero esto dura poco.

Al último, las exigencias de los finales felices (en donde perduran los valores sociales más convencionales) arrebatan la personalidad a la pareja de amigos para dejarlos como personajes planos. Sus principios ya no son los mismos y, francamente, nuestro interés tampoco. Termina con algunas puntadas y sales de la sala diciendo: “Pues… está buena, creo”.