Por Carlos Arias

Una nueva variación en torno del tema de la casa embrujada. Esta vez desde una perspectiva del cine independiente, con personajes femeninos que deben enfrentarse a una antigua maldición y a un siniestro secreto familiar. En lugar de una vieja mansión en las montañas, el terror se encuentra en una casa común de clase media los suburbios de San Pedro, California.

Se trata de “El Pacto” (The Pact, 2012), del debutante en largometraje Nicholas McCarthy. Una cinta presentada en el Festival Sundance de 2012 y realizada a partir de un cortometraje con el mismo tema realizado por McCarthy un año antes. La cinta utiliza varios de los recursos del cine de horror clásico, pero les da la vuelta para mostrar su rostro más puro, casi un destilado, con muy poca sangre y efectos especiales, pero con todo el poder para generar los sobresaltos típicos del género.

Tras la muerte de su madre, las hermanas Nicole y Annie Barrow (Agnes Bruckner y Caity Lotz) deben volver a la casa familiar, un lugar que está muy lejos de haber sido un hogar feliz. Ambas han pasado una infancia dolorosa y llegan de mala gana para enterrar a su madre recién fallecida.

Parece un trámite rápido, pero la misteriosa desaparición de Nicole en los primeros minutos de la historia hace que Annie deba quedarse sola en la casa embrujada, mientras intenta averiguar lo ocurrido con su hermana y se interna en una tenebrosa trama sobrenatural que incluye el elemento infaltable del terror actual… ¡asesinos seriales!

La película tiene casi solamente a mujeres como personajes, ya sean madres, hijas o amigas, salvo la presencia fugaz de un policía (Sam Ball). Aparecen también una prima de las hermanas, Liz (Kathleen Rose Perkins), y una chica del pueblo capaz de percibir presencias sobrenaturales, Stevie (Haley Hudson).

Pero el cien por ciento del peso dramático de la película lo lleva la protagonista, Annie, interpretada Caity Lotz, quien muestra plena solvencia para crear un personaje creíble y atractivo, con quien el espectador se puede involucrar desde el primer momento.

Incluso habrá un “Tío Charlie” (Mark Steger), quizá un poco menos amable que el tío simpático que llegaba a la casa de familia californiana en La sombra de una duda (Hitchcock, 1943) y sobre quien recaían sospechas en torno a su pasado. ¿Qué hubiese pasado si esas sospechas se confirmaban y el “Tío Charlie” se quedaba a vivir en casa?

“El Pacto” utiliza los mecanismos del terror propios del género, cuya efectividad se encuentra en la sorpresa y lo sobrenatural, hasta llegar a consabida batalla final contra los espectros. Se trata de un intento por llevar los elementos del horror cinematográfico a un estado puro, por lo que hay pocos trucos narrativos, pocos efectos especiales y casi ningún elemento “gore”. Esto tal vez pueda decepcionar que los fanáticos del género que esperan ver sangre a chorros con música heavy metal de fondo. No hay nada de eso, sin embargo, el poder para generar lo sobrenatural en medio del mundo más prosaico está presente con toda su efectividad.