Por Carlos Arias

A lo largo de los años la cinematografía israelí no ha sido afortunada en buenos títulos. Sin embargo, esta vez tenemos un excelente hallazgo. Se trata de El juicio de Viviane Amsalem (Gett: the trial of Viviane Amsalem, 2014), un drama dirigido y escrito por los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz que consiguió hacer un recorrido exitoso por festivales de todo el mundo, tanto por su realización como por los temas que toca.

El título kafkiano no está del todo errado. La película se presenta como un auténtico proceso judicial en el que reina el absurdo y la deshumanización, hasta niveles que parecen de comedia. La protagonista es Viviane (Ronit Elkabetz, actriz, guionista y co-realizadora), una mujer que desde hace tres años se ha separado de su marido Elisha (Simon Abkarian) y desea divorciarse.

Sin embargo, en Israel no existe el matrimonio civil sino únicamente religioso, por lo que un divorcio queda en manos de un tribunal de rabinos ortodoxos que son los únicos que pueden dictaminar el “gett”, o disolución del matrimonio.

El resultado es que los jueces imponen una visión patriarcal y autoritaria sobre la familia, el sexo y el amor. La ley judía indica que un divorcio solamente es posible a condición de que el marido lo acepte, cosa que Elisha no quiere hacer, por lo que está dispuesto a jugar las peores tretas para mantener la situación.

A partir de esta premisa, la cinta ofrece un juego visual y narrativo con muchos primeros planos y diálogos, donde cada toma corresponde al punto de vista que podría tener un personaje; un “drama de juzgado” elaborado con recursos minimalistas que apuntan a lo íntimo y a la reflexión.

Estamos ante un fuerte alegato político que pone en duda la autoridad de los rabinos, quienes no solamente tienen el poder de decidir sobre los divorcios sino también sobre pensiones alimenticias y la custodia de los hijos, incluso entre los no creyentes.

La película muestra una faceta poco conocida de la vida civil de Israel, que somete a las mujeres a una relación desigual dentro del matrimonio. Una intervención de las leyes religiosas en la vida de las personas, y en especial de las mujeres, que muchos creíamos que sólo ocurría en los países árabes, uno de cuyos mejores ejemplos es la excelente La bicicleta verde (2012), sobre las mujeres sometidas al Corán en Arabia Saudita.

También la película es una exploración de las vidas privadas en Israel, como ocurre en la reciente Motivación Cero (2014), una comedia feminista no del todo lograda sobre mujeres adolescentes que hacen el servicio militar en campamentos en medio del desierto.

El juicio de Viviane Amsalem es la tercera parte de una trilogía sobre una familia israelí con los mismos personajes en diferentes etapas de su matrimonio, que incluye Tomar una esposa (2004) y Shiva, los siete días (2008), aunque se trata de historias independientes que no requieren de las demás para ser entendidas.