Chilango

El infierno

Por Alejandro Alemán

De todas las películas
que se han realizado con motivo de los festejos por el Bicentenario
de la Independiencia y el Centenario de la Revolución mexicanas, El
Infierno
-de Luis Estrada- es definitivamente la más audaz, crítica,
cruda y, por supuesto, será la más polémica de todas. 

La película narra
la historia de El Benny (Damián Alcázar), un migrante deportado que
al regresar a su casa luego de 20 años de estar de mojado descubre
que su pueblo natal, San Miguel Arcángel, se encuentra sumido en la
crisis, el desempleo y la violencia del narcotráfico. 

En aquel pueblo (ahora
apodado Narcángel) sólo hay de dos: o morirse de hambre o entrarle
al negocio con los narcos. Un viejo amigo de Benny, apodado el Cochiloco
(antes Gordo Mata), será el que lo presente con el líder del cártel
local, don José Reyes (Ernesto Gomez Cruz) quien junto con su esposa
Doña Mari (una muy interesante parodia de Martha Sahagún a cargo de
María Rojo) controlan la plaza del pueblo, peleada por el hermano del
propio don José.  

El narco es, según
Luis Estrada, un asunto de familias, las que lo controlan y las que
viven de ello. Los sicarios, como el Cochiloco, son también padres
de familia,
y al final buscan lo mismo que todos nosotros: procurar
el bienestar de sus propias familias, a costa incluso de sus propias
vidas… o las de otros. 

Luis Estrada es lapidario,
el narco subsiste gracias a la corrupción y ninguno de sus personajes
escapa de ella: es corrupto el militar, el agente de la PFP, la policía
local, el presidente municipal, el cura, los peatones que son testigos
de las balaceras y que se roban las pertenencias de los muertos en el
piso, e incluso es corrupta la madre de Benny, que a pesar de prohibirle
meterse de narco, no rechaza los regalos que le da su hijo ya convertido
en sicario. 

Mención aparte merece
el enorme Joquín Cossío, quien entrega en su papel de El Cochiloco
una interpretación tan entrañable como la de "El Mascarita" en
Matado Cabos (Lozano,2004). Cossío le roba por completo la película
a Alcázar. Las actuaciones en general brillan, pero es él quien entrega los elementos necesarios para que la cinta sea memorable. 

Por supuesto, debajo
de la trama es reconocible el argumento central de La Ley de Herodes (Estrada, 1999), pero sería injusto decir que se trata de la misma
cinta. Al contrario, si bien El Infierno se desarrolla como una
sátira hilarante, al final termina siendo una película sumamente pesimista
(incluso triste) con un final impactante.  

Las escenas que cierran
la cinta serán las que desaten la polémica, podrían incluso considerarse
un exceso, pero la realidad misma nos deja sin argumentos:
si la cinta
no tuviera ese final tan lapidario acusaríamos a Estrada de tibio,
siendo que el tema del narco no acepta medias tintas. 

Se equivocan también
los que creen que esta es una cinta panfletaria, o "de izquierda".
Si bien las críticas hacia Calderón son directas ("Nuestro presidente
está convierto a México en un país de soplones"), la cinta no apoya
a corriente política alguna. 

Divertida, inteligente,
pero sobre todo brutal; Estrada consigue con éxito sembrarnos la duda:
¿realmente hay algo que festejar?