Por Oswaldo Betnaocurt L. @rockswaldo

Ésta es una cinta de ciencia ficción que no necesita una ostentosa parafernalia, le basta con un argumento sólido para estar dentro de un género poco explorado en el país.

Dos relatos conforman esta cinta. En la primera, un detective persigue a dos hermanos por una interminable escalera de emergencia; en la otra, una familia –conformada por hijo, hija, mamá y su pareja– viaja por una carretera infinita en una profecía autocumplida.

Por momentos viene a la mente el confinamiento de El ángel exterminador (Buñuel, 1962), pues a pesar de la amplitud de cada escenario, los personajes están condenados a recorrer durante mucho tiempo el mismo espacio.

Por momentos baja el ritmo y se enreda la trama, algo que quizás se deba a las influencias de Ezbán: Lost, Cloud Atlas, Dimensión desconocida y el realismo mágico de Borges y Cortázar.

Hay varias referencias que reafirmas la puesta en abismo de la trama: la novela Tiempo desarticulado, de Philip K. Dick, la pintura Relativityde M. C. Escher, Nadjade André Breton (tomémoslo como una alusión al surrealismo de esta historia), o la iteración de palabras para hacer un truco de magia.

Otra clave para seguir mejor la línea es tener en cuenta que el plano holandés (inclinado) antecede momentos críticos; la música también juega un papel importante. Si hay algo en contra de este largometraje, serían sólo detalles en las actuaciones y su desenlace tropezado.

Veredicto: No es para todos, pero para los que sí es, les va a encantar que alguien en la industria cinematográfica nacional le haya entrado a este quite.