Por Eric Orlando Jiménez Rosas

Gandalf y Thorin (Escudo de Roble) acuerdan viajar a la Montaña Solitaria con la finalidad de recuperar la tierra de Erebor, el reino de los enanos. Para ello, necesitarán las habilidades de un ladrón que pueda escurrirse dentro de la morada de Smaug, el temible dragón que duerme sobre sus montañas de oro y gemas. Así es como Bilbo se une al grupo de enanos viajeros encabezados por Thorin y Gandalf. En la travesía, Gandalf experimenta una epifanía que lo hace retirarse del grupo, mientras que los restantes son asediados por orcos, arañas, y elfos silvanos, hasta que finalmente enfrentan al impresionante Smaug.

“El Hobbit: La desolación de Smaug” presenta más acción y efectos especiales que su antecesora, “El Hobbit: Un Viaje Inesperado”. Destacan principalmente las secuencias de la primera parte de la película. Primeramente, en un truculento bosque, el grupo se enfrenta a unas espeluznantes arañas gigantes, que bien podrían provocar una severa aracnofobia. Después, el grupo, metido en barriles, huye de elfos y orcos, en un vertiginoso descenso por una cascada. Mientras se las ingenian para atacar y defenderse dentro del confinado espacio del barril que avanza a toda velocidad, Legolas y Tauriel, otra elfa, se contorsionan y saltan, en un estilo parecido al Hombre Araña, de un lado al otro del río, lanzando mortales flechas con una puntería prodigiosa. El resto de las escenas de acción son bastante rutinarias. El mayor logro técnico es Smaug, cuyos movimientos y voz es obra de Benedict Cumberbatch. Este dragón parlanchín es técnicamente impecable, imponente y memorable.

Respecto a “El Señor de los Anillos”, se aprecian ciertos cambios. El aura mística, heroica, de honor, valentía, y sabiduría, que envolvía a los personajes, se ha diluido. No vemos a un grupo heterogéneo de criaturas unidas por un fin trascendental, sino a un grupo de bandoleros, con prisa, intentando recuperar, sí, su tierra, pero también el suculento tesoro de Smaug. Por más que se intente vender la idea de una misión épica y gloriosa, se percibe más bien como un complicado regreso a casa, y un peligroso intento por recuperar un tesoro robado. Legolas, por su parte, no aparece como el fiel y bonachón elfo, ahora tiene un semblante más duro y padece de celos. Gandalf, el filósofo gruñón, ahora aparece menos irascible y más evasivo.

Respecto a la historia original, El Hobbit, se realizaron ciertos cambios, al parecer, con tres objetivos. El primero de ellos es ajustar los acontecimientos para que éstos coincidan con lo acaecido en “El señor de los Anillos”. Dos escenas, una protagonizada por Gandalf, y otra por Smaug, presagian el mal que se avecina. El segundo, es rellenar el espacio vacío que una trilogía de 480 minutos quiere abarcar con una novela de 324 páginas. Para este fin se incluyeron algunas secuencias de “The Quest of Erebor”, uno de los cuentos adicionales de Tolkein, así como algunos personajes nuevos. Aparece Bardo (Luke Evans), el arquero, y la elfa Tauriel, interpretada por la bellísima Evangeline Lilly, protagonista de la serie de televisión Lost. Ésta, junto con Legolas, desarrollan las escenas de acción mejor logradas. El tercero es reforzar una trama que se sostiene únicamente sobre un viaje con un valor dudoso. Se incluye, por ejemplo, un débil hilo romántico entre Tauriel y Killi, uno de los enanos. Además de innecesario, resulta irritantemente forzado, al igual que los celos de Legolas.

El punto más débil de la película son los personajes. Éstos no reflejan una personalidad definida, ni muestran algún rasgo que les brinde una identidad sólida dentro de la historia. Parecen personajes unidimensionales, sin emociones, con algunas actuaciones nada memorables. Son, la mayoría, personajes que cuando salen fuera de la escena, se olvidan rápidamente. Muy lejanos a Frodo o Gollum, personajes intrincados, con características muy definidas, con hondos conflictos internos y con gran potencia en la expresión de sus emociones.

“El Hobbit: La desolación de Smaug”, si bien parece más lograda que su antecesora (está mejor orientada la narración y la acción) está a una buena distancia de “El retorno del Rey”, la mejor entrega hasta ahora. Si los méritos técnicos y algunas secuencias de acción bien desarrolladas son suficientes, la película puede disfrutarse. Si además se busca una buena historia soportada sobre personajes interesantes y complejos, la película quedará debiendo.