Por Verónica Sánchez Marín

“Todo lo que podía ser inventado ya ha sido inventado”, son las palabras que dijo en 1899 Charles H. Duell, el comisionado de la oficina de patentes de Estados Unidos. Una cita que le va como anillo al dedo al thriller El gran secreto (The Words, EUA 2012), de los debutantes Brian Klugman, y Lee Sternthal, protagonizado por Bradley Cooper, Zoë Saldana, Jeremy Irons y Dennis Quaid. Y es que la cinta aborda una temática de interés que ha tomado fuerza los últimos años: el plagio literario, la crisis creativa, la ambición, y el remordimiento. Acá en México: todo un drama que deviene romería. Si no, pregúntenle a un escritor de los chismes recientes en la telenovela literaria vigente.

La historia que narra a su vez una historia dentro de otra historia —un tanto a la manera de Las horas, aunque sin tanta naturalidad—, se desarrolla en la Nueva York de hoy, y Clay Hammond (Dennis Quaid), un brillante novelista, lee las dos primeras partes de su última obra The Words ante un auditorio repleto.

Rory Jansen (Bradley Cooper), protagonista de la ficción urdida por el personaje de Hammond, vive su propio drama: un joven novelista que intenta triunfar. El último trabajo de Jansen no convence a las editoriales y es rechazado constantemente hasta que un día se encuentra con un manuscrito interesante y anónimo. Tentado por la originalidad de la obra Rory hace pasar por suya la novela. El éxito de la publicación es tal que de la noche a la mañana Rory se vuelve una celebridad de las letras norteamericanas y se convierte en escritor de moda. Jeremy Irons, el verdadero autor del libro, aparece y confronta al plagiario. La vida idílica que Jansen había alcanzado junto a su esposa (Zöe Zaldana), se desmorona y el personaje entra en una etapa emocional de culpabilidad y remordimiento.

El guión hasta aquí parece interesante, pero hay vericuetos en las historias que le restan credibilidad. De las tres tramas que se cuentan, la del plagio, no se sostiene como conflicto dramático de intriga a causa de la improbabilidad de que alguien crea (sin una sola prueba) que un viejo medio loco escribiera (¡y perdiera!), allá por la II Guerra Mundial, la gran novela recién publicada por el último joven genio de las letras americanas.

Durante su presentación Hammond es acosado por una estudiante de literatura (Olivia Wilde), quien además lo seduce y consigue que el escritor devele el secreto detrás de su reciente novela. A partir de aquí la trama se vuelve predecible y pierde ese ligero toque de misterio que se pretendía a lo largo del filme.

Dennis Quaid y Jeremy Irons conducen la tensión dramática de la película con excelentes interpretaciones, el primero como un escritor viejo pero encantador, el segundo anciano y atormentado por su pasado. No así las actuaciones del reparto joven, un Bradley Cooper con una actuación más bien parca y gris, y una Zöe Zaldana, en el mismo papel de siempre: bella, dulce y abnegada; todo un icono de misoginía conservadora y de hueva. Lo más interesante de la producción son los flash backs del personaje de Jeremy Irons, hermosos fotogramas en sepia de la posguerra en Francia.

El gran secreto, es una de esas películas que entretiene y que por su argumento se antojaba como un thriller a la altura de The Firm (1993), pero flaquea en su intento de trasladar a lenguaje cinematográfico el material literario de una inexistente novela que, además, tampoco parece una pieza literaria destacable.